Si algo significa la libertad, es el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír
George Orwell (1903-1950) Escritor británico
Una peligrosa cara de Cristóbal Arias se destapó durante la presentación del libro de la periodista Isabel Arvide, Los Presidentes, apenas la semana pasada en esta ciudad.
Transcurría el evento con toda normalidad. Uno de los convocados como comentarista, Bernardo González Solano, periodista, se refirió en su exposición a los gobiernos de corte populista y aludió a la importancia de que no se repitan en México.
Eso hizo estallar a Arias, presente en el evento y hoy flamante candidato de Morena al Senado de la República; felicitó a la autora del libro, pero luego se refirió a González Solano:
“…en lo único en lo que no estoy de acuerdo es en la introducción de Bernardo, me parece muy poco ético y falta de respeto y una verdadera provocación, el que no tengas el valor, Bernardo, de haber puesto nombre y apellido, que no era necesario, pero me parece que era para analizar y comentar los libros de Isabel Arvide, no para atacar y descalificar con directas e indirectas a un candidato a la presidencia, a sabiendas de que aquí, en un auditorio plural, habemos un buen número de candidatos a puestos de elección popular de diferentes partidos, y entre ellos algunos que apoyamos al candidato al que estás insultando; me parece que eso no es correcto, debiste tener la prudencia…”
La respuesta de González fue un modelo de contundencia y respeto: “estoy consciente de que esto que tú (Arias) acabas de hacer, continúe haciéndose en México; gracias a Dios tenemos esta libertad de expresión para que tú digas que lo que yo dije fue una ofensa, y para que yo diga lo que pienso. En el momento en que en este país alguna autoridad, alguien se atreva a decir que lo que tú dijiste es una ofensa, andamos mal, sean o no sean candidatos. Yo sé que no somos monedita de oro, no tenemos porqué caerle bien a todos y sé que lo que decimos y escribimos siempre tiene esa posibilidad, de que haya alguien que no esté de acuerdo con uno y que lo replique, lo cual me parece muy bien. Si tú lo tomas así, no fue un reto, sino una opinión que yo tengo porque pienso que las cosas son así, es mi punto de vista, lo malo hubiera sido que lo hubiera mandado decir por interpósita persona, el asunto es que si yo lo digo, lo sostengo, lo escribo y lo firmo, eso es lo que debe ser, como tú lo acabas de hacer. Lo recibo, lo acepto, porque por eso son debates, por eso son presentaciones libres; en el momento en que nomás vayamos a mítines en donde escuchemos lo que queremos escuchar…yo lo tomo esto como una parte más del profesional, de tantas cosas que he escuchado a lo que yo digo o escribo….me da mucho gusto convivir con personas que no piensan como yo…
Aclaro que transcribo lo más apegado a lo planteado tanto por Arias como por González, en función de la calidad del audio que tengo, que por momentos no es claro.
Lo grave, lo alarmante, es que Cristóbal Arias califique como “poco ético”, “falta de respeto” y “provocación”, amén de un insulto, que alguien se refiera a los peligros de los gobiernos populistas. Arias es un tipo preparado, lo considero abierto de mente, plural. Y si los seguidores preparados y abiertos de Andrés Manuel López Obrador, como él, reaccionan de manera tan impropia, prácticamente reyando en el ridículo por la intolerancia mostrada, qué puede esperarse de los auténticos fanáticos del tabasqueño, los cegados e intolerantes que parecen ser los más.
Ese es justo uno de los lados flacos de López Obrador, que transmite a los suyos: la intolerancia. Arias se ha mimetizado y hoy ha abandonado su perfil histórico de pluralidad y de respetuoso a toda forma de pensamiento, y califica de poco ético, falto de respeto y provocador, al que no está de acuerdo con AMLO. Eso solo alimenta la tesis de que éste es un peligro para México. Si en materia de libertad de expresión, en un eventual gobierno de AMLO las reacciones del poder y de sus seguidores serán como las de Arias en la presentación del libro de Arvide, no queda sino convenir que, en efecto, aquel sí es un peligro para México. Al tiempo.
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