Ni todos los moros somos traficantes, ni toda la Policía cumple la ley
Hiba Abouk (1986-?) Actriz española
Que la Policía Municipal de Ocampo sea la principal sospechosa del crimen del candidato independiente a la presidencia municipal de ese lugar, no debe para nada sorprender a nadie.
Sin prejuzgar, pero tampoco debemos sentimos azorados por la posibilidad de que desde el jefe de la Policía del lugar, hasta algunos de sus efectivos, fuesen, como presume la Procuraduría General de Justicia, los autores materiales del crimen.
Es de suponerse que la PGJE no está tomando meros chivos expiatorios, en aras de aparentar eficiencia y rapidez en las investigaciones; por lo demás, tampoco, insisto, es de extrañar que fuesen los municipales los homicidas.
¿Y por qué?, bueno, pues porque como ya hemos dicho hasta el cansancio, difícilmente hay municipios con policías confiables, pero particularmente los de algunas regiones del estado, como la tierra caliente, la costa, el oriente y el bajío, no solo no son de fiar, sino que abiertamente forman parte de los cárteles o células locales del crimen organizado, y por tanto a ellos responden.
Estén o no integrados al Mando Unificado, los cuerpos policiacos municipales siguen en la práctica respondiendo a los intereses de los grupos crimínales de cada región; lo del Mando Unificado es solo una careta de formalidad, de fondo, no ha logrado cambiar en absoluto las cosas.
Por eso, y a la espera de que la PGJE no esté inventando culpables -cosa que tampoco sería una sorpresa, hay que decirlo-, indigna, sí, pero no sorprenden las acusaciones contra otro cuerpo policiaco municipal más, en este caso el de Ocampo, lo que no hace sino confirmar la clase de policías que seguimos teniendo en nuestros municipios, y a los que todavía dotamos de armamento y patrullas constantemente. Patético.
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