No es tarea fácil dirigir a hombres; empujarlos, en cambio, es muy sencillo
Rabindranath Tagore (1861-1941) Filósofo hindú
Este martes fue un mal día para efectos de legalidad y transparencia y, sobre todo, de lucha contra la corrupción. Lo digo porque en ruedas de prensa casi simultáneas, dos personajes de la vida pública colaboraron, desde luego sin intención, para fortalecer la tesis de que en México la corrupción se comienza a ver como algo “normal”, como rutinario, como parte de nuestra razón de ser.
Primero, el ex alcalde de Zitácuaro, Juan Carlos Campos, convocó a los reporteros en un hotel de esta ciudad, para calificar de “ignorantes” a los diputados por haberle impuesto una inhabilitación de un año de toda actividad pública, al encontrar fundadas las denuncias ciudadanas en el sentido de que, como alcalde de aquella ciudad del oriente del estado, incurrió en peculado, al incorporar a su cuñado como director de Servicios Municipales, amén de que no habría canalizado al ISSSTE cuotas retenidas a los empleados del ayuntamiento.
Campos reconoce que sí incurrió en peculado, pero argumenta que no es un delito de tal gravedad que amerite el juicio político que le instauró el Congreso, por eso califica de ignorantes a los diputados, pero rechaza la acusación del desvío de cuotas al ISSSTE. Anuncia que acudirá a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, luego de que un juez federal le negara un amparo ante la inhabilitación impuesta por los diputados y, si es preciso, dice que irá a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Y en encuentro por separado con medios de comunicación, Guadalupe Pichardo, lideresa de uno de los varios sindicatos del Sector Salud en Michoacán, reconocía la veracidad de los informes periodísticos de hace un par de semanas, en el sentido de que entre quince y dieciséis familiares suyos están en la nómina de la Secretaría de Salud. Más aún, reconoce que a varios de ellos ella misma los recomendó, pero argumenta que la aceptación de la incorporación de ellos a la nómina, fue de funcionarios del área administrativa.
Por supuesto que Campos está en su derecho de ir a las instancias nacionales o internacionales que considere pertinentes. Supongo que en ninguno de los casos tendrá éxito, porque difícilmente le aceptarán su tesis de que sí incurrió en nepotismo, pero que éste fue un asunto menor. Menor o mayor, una irregularidad debe castigarse. Punto. Y Pichardo también justifica su intervención para que sus familiares hoy cobren en Salud: todo mundo hace lo mismo.
Es decir, estamos ante la normalización de la corrupción. Campos acepta nepotismo, pero insiste en que éste es algo menor, no suficiente para instaurarle juicio político, como si violar la ley fuese cosa de dimensiones. Y Pichardo se escuda en lo mismo: todos lo hacen, es práctica recurrente meter a la prole a la nómina, y por tanto, no ve ella mayor problema ni se explica por qué tanto escándalo.
Cuando una sociedad se vuelve cínica, es el principio del fin. Cuando la corrupción se ve como normal y aún se tiene el descaro de aceptar que se incurrió en una ilegalidad, pero se tiene la desfachatez de impugnar la sanción, o bien de mantenerse en la tesitura de que si se viola la ley pero en algo que todo mundo hace, ya no es tan grave, entonces estamos ante un verdadero problema social: la trivialización de la moral y la ética, la normalización de la corrupción. ¡Aguas! Qué mal día este martes, para llorar.