La corrupción es un mal inherente a todo gobierno que no está controlado por la opinión pública
Ludwing von Mises (1881-1973) Economista austriaco
La disyuntiva es sencilla de plantear y más de responder: ¿a quién hacemos caso, a nuestros políticos, o a los científicos? Si la cordura no nos ha abandonado, a ojos cerrados a estos últimos, ¿no?
Tan fácil como lo siguiente: los políticos actúan políticamente. Los científicos con la ciencia por delante. Aquellos han determinado que ya no es obligatorio el uso de cubre bocas ni en espacios cerrados ni en los abiertos, dado que la pandemia está domada. Los científicos, en tanto, nos alertan que aunque no sea obligatorio, la sensatez nos debe llevar a seguir usándolos, además de mantener el resto de medidas preventivas, porque la pandemia sigue, con menos casos graves y menos hospitalizaciones, por efecto de la vacuna, pero ahí sigue, latente, acechando, esperando cualquier descuido.
Y ese descuido puede ser dejar de usar cubre bocas, solo porque los gobernantes así lo han decidido, sin consultar a la ciencia, sino solo con base en lo que es políticamente correcto. Hoy de lo que se trata es enviar una señal desde el poder público, de que las políticas oficiales fueron tan efectivas en la pandemia, que ésta está ya controlada, y por eso ya podemos bajar la guardia, volver a la vida normal.
En cambio, los hombres de ciencia advierten que ante el inicio de la temporada de bajas temperaturas, puede ser un grave error quitarnos el cubre bocas, ya no solo por el covid, sino por la influenza y demás enfermedades virales del sistema respiratorio, susceptible de debilitarse en esta época. Y el sentido común, que entre los políticos suele ser el menos común de los sentidos, nos indica que no perdemos nada con mantener las medidas sanitarias preventivas, y sí en cambio podemos arriesgar lo avanzado.
Que los legisladores y el gobierno decreten el fin de la obligatoriedad del uso del cubre bocas, no significa que estén prohibidos. Sus decisiones son políticas, no pensando en el bien de la población. Punto. Así que lo que hay que poner por delante es la responsabilidad individual y colectiva.
Allá usted si le quiere hacer caso a nuestros políticos. Yo no lo haré. Cada uno y su grado de responsabilidad. Y mientras, a la pesadilla todavía le quedan 712 días.
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