Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto
George C. Lichtenberg (1742-1799) Escritor alemán
Así puede sintetizarse la mutación de Hugo López Gatell en sólo un año. De aquel científico de fácil palabra, carismático y, según algunas damas, hasta guapo y atractivo, que hace un año tomaba el control sanitario y mediático de la pandemia por instrucciones del presidente López Obrador, hoy no queda nada. Hoy, López Gatell no sólo ha perdido toda credibilidad, hoy es objeto de burlas y memes al por mayor y, lo peor, que parece haber perdido el sentido de la realidad. La crisis se lo comió, hoy sus ruedas de prensa son un monumento de sandeces. Pero lo peor: sigue al frente de la “conducción” de la pandemia, y no se ve que el presidente acepte removerlo, pese a las evidentes muestras de incapacidad que envía noche tras noche.
Ya aquel mítico: “el presidente tiene fuerza moral, no fuerza de contagio”, nos evidenció que no estábamos en mano de un científico, sino de un remedo de político. Luego sus predicciones de que en los primeros días de mayo del 2020 llegaríamos al pico de la pandemia, y que el número de muertos no pasaría de seis mil…bueno, de diez mil…sesenta mil sería una tragedia, confirmaron que la pandemia la conducía un inepto. Patético cuando propuso no cerrar una escuela cuando se presentara un niño contagiado, sino esperar a que 400 lo estuvieran. Y ni hablar de sus insinuaciones de dar prioridad a la inmunidad de rebaño, que en pocas palabras quiere decir que hay que dejar que se enferme entre el 70 y el 80 por ciento de la población, lo que de acuerdo a los estándares de nuestro país significaría dejar morir a unos siete millones de mexicanos.
La noche de este lunes nos recetó otra perla de ciencia: cuestionado sobre las razones por las cuales México no restringe en absoluto la entrada de viajeros, a contra corriente de lo que sí hacen prácticamente todos los países, el experto de la 4T sostuvo que ello no tiene ningún sentido, “porque los que viajan generalmente están sanos, aunque provengan de países con altos niveles de contagio”.
En la lógica gatelista, prácticamente todo el mundo vive en la equivocación, menos México. De vergüenza ajena escuchar los razonamientos de nuestro científico al frente de la pandemia. Acaso en descargo de él, alguien pudiera argüir que ese tipo de declaraciones las adopta sólo para justificar las decisiones del presidente. Es probable, pero si fuera el caso, entonces estamos ante un médico sin ética y sin honor, porque estaría consciente de que sus posturas y decisiones lo que provocan son muertes. En realidad, me parece que es Gatell el que convence al presidente del camino a seguir. En todo caso, ambos deberán responder por los cientos de miles de mexicanos que perdieron la vida en la pandemia, en buena parte por la criminal “política de estado” instrumentada por un epidemiólogo que debiera sujetarse, con carácter de urgente, a un estudio de solidez mental. Creo que hace tiempo lo perdimos.
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