El mejor gobierno es el que deja a la gente más tiempo en paz
Walt Whitman (1819-1892) Poeta norteamericano
En 2013, en la cúspide del “Mexican Moment”, el presidente Peña Nieto acudió al foro económico de Davos, en Suiza, suponiendo que recibiría solo halagos del mundo por las reformas estructurales que había logrado que el Congreso aprobara. Y sí, los hubo, pero eso no fue lo que marcó su presencia en aquel país, sino la interrogante que periodistas le plantearon respecto a una portada del periódico español El País, en la que se veía a un autodefensa de la tierra caliente michoacana portando un arma de grueso calibre, y que aludía al surgimiento de esa figura como una manera en que la sociedad tenía que enfrentar al crimen organizado, ante la incapacidad del Estado Mexicano para hacerlo.
Eso fue mucho para Peña Nieto. Lo primero que hizo al volver a nuestro país, fue mandar llamar a su amigo y hombre de todas sus confianzas, Alfredo Castillo Cervantes, para encargarle la misión de “limpiar” la imagen de México, que no se hablara más en el mundo de los autodefensas en Michoacán porque ello significaba una bofetada a su gobierno y su incapacidad para confrontar a los criminales. Para eso, le inventó a Castillo el cargo de “comisionado” para la paz en Michoacán, que en los hechos significó una suerte de virreinato todo poderoso que, cierto, se encargó de combatir, encarcelar y abatir a los líderes templarios, pero que también encendió otra mecha al empoderar a grupos delincuenciales como “autodefensas”. La historia trágica ya la conocemos.
El caso es que tuvo que ser una “exhibida” a Peña en Suiza de la realidad mexicana, la que le hizo volver los ojos a la criminalidad en el país. Este lunes, México y su presidente, Andrés Manuel López Obrador, reciben una balconeada similar, y también en Suiza, pero ahora de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, la ex presidenta chilena Michele Bachellet, quien en asamblea del organismo no se anduvo por las ramas y evidenció lo que es de dominio público, menos para el presidente: las elecciones recientes fueron un dramático modelo de violencia, con casi cien candidatos y dirigentes partidistas asesinados. Pero además, la andina asegundó directamente a López Obrador: le demandó dejar de presionar a quienes no piensan como él, a sus opositores, y respetar a los organismos autónomos, comenzando por los electorales.
¡Tómala!
López Obrador, como Peña Nieto, suele mandar al diablo la crítica y la realidad en México, pero también es, como su antecesor, susceptible de doblegarse cuando esa misma crítica es externa.
Davos, Suiza, hizo recular a Peña Nieto. Otra ciudad suiza, Ginebra, ¿hará recular a López Obrador? Tengo mis dudas. Ojalá…aunque…es López Obrador.
twitter@jaimelopezmtz