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lunes, junio 9, 2025

DEBATE, ¿EL WATERLOO DE AMLO?

Los experimentos en política significan revoluciones

Benjamín Disraeli (1804-1881) Estadista inglés

 

jaimelopezA no dudarlo, el primer debate entre candidatos presidenciales pudo haber sido el parte aguas que desbalanceó la inercia que llevaban las tendencias de votación previstas para julio próximo.

Hasta ahora, Andrés Manuel López Obrador ha ido en caballo de hacienda. O iba….hasta el debate, que muy probablemente pudo constituir el inicio de su Waterloo. Su patética actuación de este domingo no le va a mermar ni un ápice en la intención de voto de su nicho ya seguro. Sus huestes son leales a morir, a grado de la irracionalidad y la ceguera, y pase lo que pase en los debates o en general en las campañas, no modificarán su intención de voto.

Pero resulta que por alta que sea esa intención, no es suficiente para garantizar el triunfo; López Obrador requiere un empujón adicional, que claramente no consiguió este domingo, y que no se ve cómo vaya a obtener en adelante, porque quedó evidenciado que lo suyo, lo suyo, no es el debate ni salir al frente de los señalamientos que se le hacen de frente. Su tendencia a rehuir las acusaciones y a no ofrecer ningún compromiso presidencial, sus dislates, su absoluta ausencia de claridad en la realidad que vive México y sobre todo de propuestas sensatas para encararla, no le merman en su rango de 33 a 35 puntos de votación asegurada, pero también le garantizan que esos números no avancen ya.

¿Por qué?, pues porque el otro gran segmento poblacional, el de casi dos terceras partes de los votantes, que o se identifican con otro candidato u otro partido, o bien muestran indefinición aún respecto de la orientación de su voto, o incluso entre los convencidos de no votar por nadie, difícilmente volverá la mirada al tabasqueño ante los enormes boquetes de credibilidad y confianza que se genera a sí mismo.

En esa lógica, la lucha será por la capitalización de la mayor parte de esas dos terceras partes restantes de votantes. Por lo pronto, me parece que el panista Ricardo Anaya sacó la mejor parte el domingo, pero eso tampoco le garantiza que ya sólo sean él y López Obrador. La campaña del panista había sido, hasta el día del debate, francamente gris, decepcionante; remonta sin duda el domingo, pero nada asegura que vaya a darle un giro absoluto a su estrategia de proselitismo.

El priísta José Antonio Meade no ganó el debate, pero tampoco salió raspado, y eso es ganancia. Es evidente que, como López Obrador, tampoco es su fuerte el debate, pero ahora deberá aprovechar el siguiente mes en posicionar su campaña con mejores resultados que los de Anaya, porque el 20 de mayo, en Tijuana, en el segundo debate, no se ve cómo ni Meade ni López Obrador, puedan evitar otra sacudida de parte del panista.

Lo que queda claro es que con su actual formato, los debates sí pueden decantar el resultado de la elección. Quien vea al tabasqueño con la franja presidencial, puede llevarse un chasco, con todo y lo que digan hasta ahora las encuestas. Ni Anaya ni Meade están muertos. Si no, al tiempo.

jaimelopezmartinez@hotmail.com twitter@jaimelopezmtz>

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