El poder conseguido por medios culpables nunca se ejercitó en buenos propósitos
Cornelio Tácito (55-120 Historiador romano
Tuvo que desplazarse a Morelia el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, para poner orden en la futura bancada de su partido, la que operará en la siguiente Legislatura local a partir del 15 de septiembre, dado que bajo ninguna circunstancia lograban sus integrantes ponerse de acuerdo para alcanzar un acuerdo en la designación de su líder. Finalmente, Delgado tuvo que sacar el chicote y “obligar” a que Fidel Calderón Torreblanca recibiera el voto del resto de sus compañeros. Eso sí, oficialmente se informó que había sido electo por “unanimidad” y de forma “democrática”.
Como sea, Calderón dirigirá los destinos de la bancada de Morena, y claramente tendrá como función primordial tratar de alcanzar los acuerdos y consensos obligados para impulsar las iniciativas del gobernador Alfredo Ramírez Bedolla.
La paridad de fuerzas hará que ni el bloque oficialista encabezado por Morena, ni el opositor de PRI, PAN y PRD, cuenten con mayoría, prácticamente ni siquiera simple. Pero por ser gobierno, los morenistas estarán más obligados a alcanzar esos consensos. En esa lógica, Calderón Torreblanca deberá echar mano de todos sus recursos políticos, y esperemos que solo eso, políticos, no de compra de votos, una práctica cada vez más común en el Congreso michoacano.
Y es que habrá que recordar que Calderón fungió como funcionario clave en la lastimosa administración de Leonel Godoy, nada más y nada menos que secretario de Gobierno, y justo en esa época se sentó un nefasto y ominoso mecanismo de apoyo a iniciativas del Ejecutivo: la entrega de dinero a diputados opositores para que votaran a favor. No es que antes no existieron esas prácticas, pero en el periodo que medió entre los gobiernos de Lázaro Cárdenas y de Godoy, se volvió cotidiana, no una excepción, sobre todo a la hora de requerir el respaldo de diputados para que autorizaran la contratación de deuda pública, que se hizo hasta llegar a los niveles escandalosos que hoy se tienen en el gobierno.
Cierto, como en cualquier escenario así, para que haya un corruptor debe haber quien se deje corromper, y los diputados priístas y panistas de ese tiempo nunca le hicieron el feo al dinero del gobierno godoyista. Es de esperarse que en la inminente Legislatura los acuerdos sean resultado de consensos y habilidades políticos de los líderes, no de la sinvergüenzada de comprar votos.
Para ser francos, la composición de las bancadas no genera muchas esperanzas en ese sentido, pero siempre cabe la expectativa de las agradables sorpresas. Veremos.
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