Quien vota a los corruptos, los legitima, los justifica y es tan responsable como ellos
Julio Anguita (1941-?) Político español
De suyo complejo por la grave responsabilidad que lleva implícita, el proceso de designación del auditor Superior de Michoacán se ha metido en un túnel de difícil salida. Corrijo, los mismos diputados, sus bancadas y los partidos, lo han metido en ese túnel.
Tras la polémica por la supuesta filtración de los exámenes de conocimientos a algunos de los dieciséis aspirantes, que habría redundado en que sólo cinco de ellos lo aprobaran –y que en realidad no se probó que fuera auténtico-, vino luego el señalamiento de que las bancadas cuyos “gallos” reprobaron dicho examen, idearon el maquiavélico plan de desbarrancar el proceso.
Y por si fuera poco, este jueves, apenas en la primera jornada de comparecencias, cinco de los ocho aspirantes contemplados acudieron, sí, pero para anunciar su decisión de renunciar.
El caso más polémico fue el de Moisés Pardo Rodríguez, dado que en el examen de conocimientos había quedado en segundo lugar, y se consideraba, por su experiencia en lides de auditoría de recursos, si no el mayor, sí uno de los tres favoritos para ser designado auditor. Argumenta que las bancadas del PRD y PAN han enlodado el proceso y que él no iba a prestarse a que le cuestionaran su honorabilidad, amén de que dicho proceso está ya “viciado de muerte”.
Luego, en la misma jornada, renunciaron Albertina Cruz Lucatero, Jandery Paulín Perrusquía, Carlos Villar Valenzuela y Ramiro Nepita Chávez. Son casos diferentes, porque los tres primeros reprobaron el examen de conocimientos y en un acto también de dignidad, prefirieron dar un paso de costado. Nepita ya no se había presentado siquiera a dicho examen.
Es decir, en los cinco que renunciaron hay el común denominador de la dignidad, y eso habrá que aplaudirlo. Pardo, que obtuvo calificación casi perfecta, para no arriesgar su prestigio, y los otros porque entendieron que con una calificación reprobatoria no podían seguir adelante en el proceso. También digno de reconocimiento su postura, hay que decirlo.
En ese sentido, sería deseable, en términos de ética, que los demás aspirantes que también reprobaron el examen igualmente renunciaran, y para los diputados, menudo reto enfrentan ahora, más severo que el que en sí tiene el nombramiento de auditor. La separación de Pardo Rodríguez pone en entredicho la legalidad del proceso. Ahora, están doblemente obligados a realizar la mejor designación –aunque uno de los favoritos ya no esté-, para medio salvar el trámite.
Todo se complicó, o lo complicaron las bancadas.