Lo último corrompido, ¿no es el principio de lo engendrado?
Giordano Bruno (1548-1600) Filósofo y matemático italiano
Del “designen ya”, al “designen bien”, hay un enorme trecho.
“Designen ya” fue la frase impulsada en redes sociales en las fechas recientes para presionar por el nombramiento del Fiscal Anticorrupción por parte del Senado de la República. Sorpresiva, pero afortunadamente, la frase mudó a “designen bien”, luego de que el Comité Ciudadano del Sistema Nacional Anticorrupción exhortara a los senadores a postergar dicha designación hasta después de las elecciones, a fin de que no se contaminara políticamente.
Aquí en Michoacán, tenemos el mismo escenario: los diputados no han designado al Fiscal Anticorrupción, pero tampoco lo han hecho con los dos magistrados especializados en la materia, del Tribunal de Justicia Administrativa. Y hay igualmente una presión mediática porque se materialicen esos nombramientos. En estricto sentido, lo deseable, claro, es que el Sistema Estatal Anticorrupción no siga con esos tres asientos vacíos, es decir, que los diputados designen ya a sus ocupantes.
Pero me parece que bien valdría la pena reflexionar si lo mejor es que el Congreso designe “ya”, o que designe “bien”. Lo ideal, desde luego, sería que se cubrieran ambas exigencias, que designaran ya y bien al fiscal y a los dos magistrados, pero resulta que es muy probable que ello sea casi imposible.
Me explico: designar ya al fiscal, implicaría hacerlo con uno de los cinco abogados que acudieron a la convocatoria del propio Congreso, pero resulta que ninguno de ellos es el idóneo, no por falta de prendas académicas ni profesionales, sino porque todos son ligados al poder público, y lo que menos requiere el Sistema Estatal Anticorrupción es un fiscal no apartidista ni desligado por completo de la clase política.
Por eso, estoy convencido que el Congreso debe emitir una nueva convocatoria, para dar paso a la posibilidad de que el abanico de opciones para fiscal se incremente, a fin también de que mejoren las alternativas cualitativamente hablando.
Así, la presión en este momento a los diputados locales no debiera ser “designen ya”, porque podrían hacerlo pero la designación no sería la óptima, sino “designen bien”, lo que implicaría emitir una nueva convocatoria y abrir la expectativa que el fiscal anticorrupción sea realmente autónomo, lo más desligado del poder público que fuera posible. Hoy, con la alineación que hay, no existe esa garantía.
Esperar un par de meses más para nombrar el fiscal anticorrupción no es lo ideal, pero es mejor a formular una designación contraproducente en aras de la celeridad. Veremos.