La libertad, cuando empieza a echar raíces, es una planta de rápido crecimiento
George Washington (1732-1799) Primer presidente de Estados Unidos
Con el paso del tiempo, y a contrapelo de lo que se suponía en un principio, cada vez resulta más difícil entender al presidente López Obrador. La expectativa que muchos tenían –teníamos- respecto de que conforme avanzara su gobierno y por ende él se consolidara como presidente, se iría haciendo más digerible entenderlo, francamente se ha ido diluyendo y, por el contrario, cada vez es más complicado descifrar su visión, su forma de ver al mundo.
¿Cómo por qué ofrece disculpas el presidente a los indígenas, o en aras de qué? Suponiendo, sin conceder, que alguien tuviera que ofrecer esas disculpas, en todo caso tendrían que ser los españoles, pero no López Obrador, producto, como la enorme mayoría de quienes habitamos hoy este país, del mestizaje , es decir, de la fusión de las razas de conquistadores y conquistados.
De entrada, es una absoluta estupidez suponer que España va a disculparse por un suceso de hace medio milenio. La historia del mundo es la historia de las ocupaciones, de las fusiones raciales. Bien haríamos en quitarnos esas telarañas mentales para siempre, porque en esa lógica, por ejemplo, Estados Unidos tendría que demandar disculpas de media Europa, y habría que buscar alguna nación que nunca pasó por un proceso de coloniaje.
¿En verdad es tan importante para el presidente ese fenómeno, o solo le cayó como anillo al dedo la fecha para enviar un distractor más ante el derrumbe completo del país en todos sentidos, particularmente por la inseguridad, el crimen organizado, la pandemia y la crisis económica?
Pero si el viernes el presidente se levantó con la sana intención de ofrecer disculpas a los indígenas, ¿qué tal si lo hace por el completo olvido en que los tiene su gobierno en el rubro de la atención médica durante la pandemia, incluida la vacunación? Está documentado oficialmente que así ha sido. Esa sí hubiera sido una disculpa justificada y que además sí sería él quien la debiera ofrecer. Pero si no quisiera hacerlo así, porque sería un mea culpa que difícilmente le escucharemos alguna vez, al menos una disculpa por el olvido histórico del estado mexicanos, del poder público, respecto de los pueblos indígenas; hoy es presidente, hoy representa a ese estado y a ese poder, hoy puede disculparse a nombre de ellos, no exactamente de su gobierno, que en todo caso ha obrado exactamente igual que sus antecesores.
Sí hay, pues, motivos para ofrecer disculpas a los pueblos indígenas, o lo que sea que queda de ellos, pero el presidente prefirió la comodina postura de hablar a nombre de nadie, con un mensaje sin sustancia ni argumentación histórica. Muy a su estilo, eso sí.
twitter@jaimelopezmtz