Una dictadura es un estado en el que todos temen a uno y uno a todos
Alberto Moravia (1907-1990) Escritor italiano
Que haya ganado las elecciones en julio de 2018 sería un logro que puede languidecer frente al triunfo que está a punto de obtener Andrés Manuel López Obrador: el manejo absoluto, discrecional, sin que nadie le objete nada, de todo el presupuesto federal del año. De algo así como la descomunal suma de ¡6 billones de pesos!, será el volumen que él, y sólo él, podrá disponer arbitraria y libremente. Ah, y sin rendir cuentas a nadie, por supuesto.
Cierto es que, de manera fáctica, ha sido una constante que los presidentes manipularan el presupuesto federal, pero además de que eso fue básicamente durante el periodo en que tenían control del poder legislativo, habrá que decir que jamás se dio ese fenómeno de manera tan descarada y en el volumen absoluto de recursos, como sucederá con López Obrador.
Este jueves y viernes la bancada morenista en San Lázaro se apresta a apuñalar el principio básico constitucional, en el sentido de que nunca podrá recaer en un solo individuo el manejo de más de uno de los poderes de la Unión. En los hechos, López Obrador concentrará el poder Ejecutivo y Legislativo, porque suplirá una de las principales funciones de éste último, supervisar el manejo presupuestario.
Claramente, el presidente vislumbra que el triunfo electoral que hasta hace poco parecía seguro en el 2021 para Morena, ya es un sueño inalcanzable, y por tanto echa mano de su as bajo la manga para asegurarse el manejo de seis billones de pesos como si fuera su cuenta personal, y garantizar de esa forma dos cosas, la continuación de sus elefantes blancos, Dos Bocas, Tren Maya y Santa Lucía, y sus programas clientelares de tipo social, con los que está convencido tendrá alrededor de veinte millones de votos el próximo año.
Los diputados de Morena, salvo la honrosa excepción de Porfirio Muñoz Ledo, juran y perjuran que la iniciativa presidencial no pasará tal cual, que le harán cambios de fondo. Triple contra sencillo, a que esos cambios serán cosméticos, acaso una coma o un acento que le falte al documento. Nada de fondo, nada que modifique la demencial iniciativa de López Obrador.
Así, justo así, con la concentración del poder presupuestal, se cimientan las dictaduras. López Obrador ya no oculta al dictador que lleva dentro. Ya salió del clóset. Ya se llevó a su escritorio los casi 300 mil millones de pesos que encontró en el Fondo de Contingencias, el doble de esa cantidad de los fideicomisos que desapareció, y en una semana podrá disponer de seis billones de pesos. Y como esos tampoco parecen alcanzarle en su locura de acaparamiento de recursos, le tiene la mirada puesta a las Afores, eso sí, cuando pase la contingencia por la pandemia.
Sí, el dictador salió del clóset.
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