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sábado, agosto 2, 2025

EL EJEMPLO SUDAMERICANO

Yo no reconozco eso de los derechos humanos. ¿Qué es eso?

Augusto Pinochet (1915-2006) Dictador chileno

 

jaimelopezQue un 40 por ciento de los mexicanos no vean mal o hasta respalden un posible gobierno militar en nuestro país, evidencia una ignorancia y una desinformación alarmantes, que explican la indiferencia y facilidad con la que aceptamos cualquier tipo de determinaciones desde el poder gobernante.

De acuerdo con el Inegi, en promedio cuatro de cada diez mexicanos no ven mal la posibilidad de que las fuerzas armadas tomaran el control político. En realidad, México, durante ya unas ocho décadas, no ha visto pasar por el poder público a militares, afortunadamente. Es decir, al menos tres generaciones no sabemos, ni tenemos idea, de lo que significan gobiernos militares.

Lo visualizamos a la distancia, sobre todo en casi todos los países sudamericanos, que en las décadas de los setenta y ochenta cayeron en la desgracia de ser sojuzgados por las fuerzas militares. Chile, Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina, dan cuenta de la sangre, la tortura y la zozobra que vivieron con regímenes militarizados.

Pero es muy diferente analizarlo a la distancia a vivirlo en carne propia. Me parece que ese desconocimiento explica, que no justifica, el resultado de encuestas como la practicada por el Inegi. Pero por otra parte, es claro que el fenómeno hay que analizarlo a la luz de lo que está sucediendo en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que, de facto, ha ido llevando al país a una militarización soterrada, silenciosa, bajo el pretexto de que sólo las fuerzas armadas pueden garantizar honestidad en diversas tareas que en rigor no les competen.

Me parece que en el fondo, López Obrador no busca entregar el poder a los militares, sino asegurarse su lealtad vía el acceso a programas gubernamentales que les están produciendo millonarias utilidades. El problema es que el presidente no parece medir el alcance y el riesgo de poner botines tan jugosos en manos de los altos mandos castrenses. Cuándo él, o su sucesor, decida retirarles esos enormes negocios, ¿cómo reaccionarán? No lo sé, pero mucho me temo que no tan tranquilamente.

Ese proceso de militarización fáctica, acaso explique que hoy cuatro de cada diez mexicanos no ven con recelo incluso la posibilidad de llegar al extremo de tener un gobierno militar. Me parece que el presidente está jugando con fuego y no hay certeza de que lo pueda controlar después. Como jugar con fuego sería apostar por regímenes castrenses. El dolor sudamericano debiera servirnos de ejemplo.

twitter@jaimelopezmtz

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