Los pueblos a los que no se hace justicia, se la toman por sí mismos tarde o temprano:
Voltaire (1694-1778) Filósofo francés
Y eso que aún no entran en funcionamiento los jueces de la 4T, y ya tuvimos este fin de semana una pincelada de lo porvenir: Julio César Chávez junior, el boxeador sinaloense, fue detenido en Estados Unidos acusado de nexos con el cártel de su estado natal, y enviado a México, pero más tardó en llegar que en ser puesto en libertad, violando flagrantemente la ley, que prevé como grave y de prisión oficiosa el delito por el que se le acusa.
Su caso es un cúmulo de sospechas: la acusación inicial es de la propia Fiscalía General de la República, pero por alguna razón no fácil de entender, no solo nunca se ejecutó la orden de aprehensión, sino que siempre se ocultó. Cuando Estados Unidos lo detuvo, la Fiscalía y el gobierno mexicanos tuvieron que reconocer que no habían ejecutado la orden de aprehensión, pese a que el pugilista tenía una vida pública de sobra conocida, incluso con peleas altamente publicitadas. Debe inferirse que México nunca quiso detenerlo, pero al ser aprehendido en Estados Unidos se vio obligado a pedirlo en extradición.
Apenas llegó al penal de Hermosillo, y el juez federal decidió ponerlo en libertad, para que siga en esa condición el proceso penal que obligadamente le abrió.
¿Qué razones operaron para que el gobierno mexicano no quisiera detenerlo, primero, y luego para permitirle que lleve su proceso en libertad? Se conoce que el padre del boxeador, la estrella y leyenda del deporte, Julio César Chávez, ha tenido acercamientos con el gobierno de Claudia Sheinbaum, incluso encabezando clases de boxeo en las mañaneras, y que cuando fue aprehendido su vástago y tocayo en Estados Unidos, comenzó a hacer valer sus buenas relaciones con Palacio Nacional hasta lograr la extradición y, ahora, su libertad condicional.
¿A cambio de qué?, ¿cómo dobló tan fácilmente JC a la 4T? Solo recordar las sospechas de ligas de ambos, padre e hijo, con el Cártel de Sinaloa, hoy en desgracia. Los Chávez no sólo saben de boxeo, también de llevar dobles vidas y sobre todo de hacer valer la vasta información que poseen sobre los vínculos del poder, el deporte y el crimen organizado. Los Chávez saben demasiado como para que la 4T corriera el riesgo de que hablen si no se les facilita un juicio a modo para que el junior libre la cárcel. Y con jueces también a modo, el escenario se les facilita. Como sea, el caso ilustra lo conveniente que es contar con jueces manipulables, como los que tomarán posesión el primero de septiembre.
Los Chávez pueden dormir tranquilos. La impunidad está garantizada en los tiempos estelares de la 4T. X@jaimelopezmtz