La política es un acto de equilibrio entre la gente que quiere entrar y aquellos que no quieren salir
Jacques Benigne Bossuet (1627-1704) Escritor francés
Como buen nonagenario, el PRI parece estar en la recta final de su vida, aunque a diferencia de muchos ancianos que llegan a esa edad en condiciones de salud razonablemente buenas, el partido lo hace derrochando lástima y vergüenza ajena, arrastrando la cobija, pues.
El otrora “partidazo” llega a sus 91 años a un tris de la sepultura, sin crédito ni solvencia moral ni política, absolutamente carente de respaldo ciudadano siquiera en un nivel que le permitiera soñar con volver por sus fueros.
En su primera etapa como oposición, entre 2000 y 2012, en que cedió al panismo el poder, ciertamente no hizo mucho por retomarlo pero tuvo la fortuna de contar con un perfil bien posicionado entre el electorado, como Enrique Peña Nieto, que por sí solo le permitió al partido recuperarse; el rotundo fracaso y decepción que luego fue Peña ya en la Presidencia, es otro cantar.
Pero ahora todo apunta a que de su segunda experiencia alejado del poder, el tricolor difícilmente sobrevivirá; no hay ningún indicio para suponer lo contrario.
Incapaz de constituirse en auténtica oposición a la dictadura de la 4T; con la credibilidad en cero; con un halo de corrupción del que le es imposible desprenderse (aunque tampoco se ve que lo intente demasiado ni que sea una gran preocupación), sin nuevos cuadros ni mucho menos algún perfil con capacidad de liderazgo, el PRI pudiera tener los días contados, acaso con caducidad para el 2021 o, en el mejor de los casos, para el 2024.
Ni la vertiginosa caída del presidente López Obrador y por tanto de Morena, parece que le generen al PRI alguna sombra de optimismo, porque si algún partido pudiera estar en la tesitura de aprovechar la debacle lopezobradorista, sería el PAN; vaya, ni siquiera la supuesta alianza multipartidista que se estaría cocinando para las elecciones del 21, tendría como protagonista al tricolor; así de desacreditado está, y es que a cualquier alianza opositora pareciera servirle más tener alejado al PRI, que dentro.
Y su actitud servil a López Obrador, bien sea por su malinterpretada “institucionalidad” o por el temor de sus lideres a que el presiente los arrincone en una cárcel, justa o injustamente, parece constituir el último clavo en el ataúd del alguna vez imbatible partido.
Pero con todo y todo, no vaya a ser que no exista otra oportunidad, digámosle al nonagenario ¡felicidades por el cumple! Eso sí, no cualquiera llega a los 91 años.
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