Mi ideal político es el democrático: cada uno debe respetado como persona y nadie debe ser divinizado
Alberto Einstein (1879-1955) Científico alemán
El sacerdote Gregorio López Gerónimo, el famoso Padre Goyo, es un perseguido del alto clero y ninguneado por el gobierno, pero busca cumplir una misión loable aunque parezca imposible: lograr la pacificación de la tierra caliente michoacana.
Historia: en junio del año anterior, el clérigo, responsable hasta ese momento de un templo en Apatzingán, fue sancionado por segunda ocasión por el Obispo del lugar, por supuestamente afectar la imagen de la iglesia al vincularse con grupos de autodefensas en su lucha contra los cárteles de la región.
Pero esa segunda sanción fue más drástica: fue separado indefinidamente de toda función como sacerdote. Pero como él dice, no le preocupan los castigos de los hombres, por muy Obispos que sean, si Dios le autoriza seguir en su lucha por encontrar la paz en la zona, que hoy es de guerra auténticamente.
Y para lograrla, anuncia este miércoles en RESPUESTA RADIO que ha comenzado a buscar el diálogo con los integrantes de los diferentes cárteles de la tierra caliente, seguro que la mayor parte de ellos están ansiosos por dejar su actividad delictiva si encuentran una mejor opción de vida. Para ello, el Padre Goyo pica piedra lo mismo con los propios delincuentes que con militares, con magistrados, con ONGs y con el gobierno en todos sus niveles.
Es partidario de los abrazos, no balazos, pero como objetivo real, no como frase demagógica, solo de saliva. Asegura que sí hay condiciones para que los delincuentes depongan sus armas y sus actividades ilícitas. Suena utópico, quizá hasta descabellado, por lo menos complicado, pero es loable su esfuerzo.
Al menos, es un activista en el sentido literal: se mueve un día sí y otro también en esa búsqueda, misma que parecen haber abandonado el resto de los actores de la tierra caliente, lo mismo gobierno que Iglesia y la misma sociedad. Hay una inacción pasmosa, que el clérigo trata de romper.
Para ser francos, no se ve cómo pueda cumplir su objetivo, pero debe reconocérsele el esfuerzo y, repito, que al menos no sea ente pasivo ante la criminalidad, como sí lo somos casi todos. Solo por eso, merece el respeto y la solidaridad generalizados. Y ojalá que también el apoyo del gobierno y de la sociedad.
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