Los pactos políticos entre fracciones adversas son siempre de mala fe, aunque sean convenientes
John William Cooke (1919-1968) Político argentino
Si Guillermo Valencia fuera boxeador, por supuesto no sería un esteta del ring, sino un verdadero fajador. Pero no es pugilista, es político, y es el inminente nuevo líder del PRI michoacano, dado que no se registró ninguna otra candidatura para pelearle la plaza. Y no la hubo porque el dirigente nacional de ese partido, Alejandro Moreno, se encargó de despejarle el camino a su amigo y pupilo.
Genios y figuras, los priístas no se apartaron un ápice de su inveterada y nefasta sumisión, que ellos llaman eufemísticamente “disciplina”: un telefonazo, un mensaje del dirigente nacional, el mismo que mantiene una vergonzosa alianza fáctica con el presidente López Obrador, bastaron para descarrilar las aspiraciones de todos los contrarios a Valencia.
No es, por supuesto, el mejor escenario para el alicaído priísmo michoacano. Una elección auténtica, equitativa, sin dados cargados, cómo le hubiera venido bien. A cambio, los priistas tienen que tragar sapos otra vez, y aceptar la imposición de Valencia. Tan bien operó Moreno, que la jornada del martes en la sede del partido, la del registro de aspirantes, no fue sino una auténtica payasada.
Ahora bien, ya Moreno hizo su trabajo. Ya aplacó a Adriana Hernández, a Daniela de los Santos, a Wilfrido Lázaro, y a todos cuantos habían levantado la mano, abierta o discretamente. Este sábado vendrá a coronar a Valencia. Pero ahora corresponde a éste tomar al toro por los cuernos, porque ya en el día a día no tendrá la protección de su jefe Alito. Éste, hasta ahí llegó.
¿Tiene Valencia los tamaños para dirigir a un partido cuyo primer reto es encontrar un chaleco salvavidas? De entrada, no parece. Decía líneas arriba que si fuera boxeador nunca sería catalogado como un esteta, porque no parece contar con la sapiencia, la madurez, el equilibrio que muchos en su partido sí tienen. Valencia es un fajador, un peleador callejero, entrón sí, pero sin la menor capacidad técnica que le ponga por encima de sus correligionarios, o al menos a su altura. Los priístas le tienen poco respeto justo por eso. ¿Podrá estar a la altura? Para estarlo, tendría que dar un giro de 180 grados. Difícil, no imposible.
¿Será el PRI de Valencia una caricatura de oposición como la que impulsa Alejandro Moreno a nivel nacional, o aquí sí habrá un digno y necesario contrapeso al gobierno morenista?, ¿impulsará mantener la alianza legislativa y electoral con PAN y PRD, o su partido le hará el juego a Morena en los temas torales pretextando una independencia política?, ¿tendrá Valencia la capacidad para evitar erosiones al interior del tricolor y lograr una razonable homogeneidad al menos en lo básico?
Esos, y muchos más, son los retos que encara el de Tepalcatepec al frente del PRI. Francamente, se ve cuesta arriba, aunque la política, como la vida, está llena de sorpresas. Veremos. twitter@jaimelopezmtz>