La política es el paraíso de los charlatanes
Bernard Shaw (1856-1950) Dramaturgo irlandés
Nadie puede llamarse a sorpresa por la actitud depredadora de los organismos autónomos por parte del presidente López Obrador, si desde siempre no sólo ha mandado a volar las instituciones, sino que en particular las de carácter independiente le generan urticaria y desde siempre también ha buscado la manera de acotarlas, de reducirlas a cero, y hoy, con el poder absoluto en sus manos, ha comenzado el camino para eliminarlas o, al menos, para controlarlas.
Y para ello, el medio más efectivo es desde luego el presupuesto, y en el de 2020 tendrán todos los organismos de carácter autónomo un serio ajuste de recursos, al cumplir en ese sentido los diputados de Morena y sus aliados la instrucción de López Obrador.
Así, lo mismo el Instituto Nacional Electoral que el Instituto Nacional de Acceso a la Información, pasando por el mismísimo Poder Judicial y la Fiscalía General de la República, esos organismos pasarán las de Caín el próximo año, presupuestalmente hablando. Junto con el campo, el turismo, el desarrollo económico, la seguridad y la salud, los órganos autónomos son las víctimas de la 4T en la conformación del presupuesto de egresos federal, para que el gobierno esté en condiciones de aumentar el recurso destinado a los programas sociales del presidente.
Pero insisto: ¿cuál es la sorpresa? Ninguna, si incluso ya como presidente electo, desde el año pasado López Obrador había confirmado que su empecinamiento en contra de esos organismos no era pose electoral, sino posición real, genuina.
Su afán concentrador del poder y su visión monárquica llevan al presidente a considerar desde siempre a esos organismos como estorbo. Hoy que puede, los manda a volar. Y el apretón presupuestario que le asesta para 2020 es sólo el primer aviso: o se alinean o pasan a mejor vida. Alinear significa, obvio, ceder su autonomía y en aras de sobrevivir, incorporarse en los hechos como apéndice del gobierno, más en concreto del presidente. Caso contrario, más pronto de lo que se piensa, estarán muriendo de inanición, porque conforme pasen los años López Obrador iría ordenando a los diputados realizar ajustes cada vez más severos al presupuesto de esos organismos.
Pero aunque claramente ello prenda las luces rojas en términos de la vigencia de estado de derecho en México, lo cierto es que todos sabíamos que eso vendría en cuanto López tomara el poder, por tanto nadie puede decirse sorprendido. Indignados y alarmados, por supuesto; sorprendidos, nadie.
Y como el que avisa no es traidor, hay que concluir que el tabasqueño puede ser acusado de todo, menos de traidor. Su dictadura era previsible. Hoy se materializa.
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