Quien controla los medios, controla la cultura
Allen Ginsberg (1926-1997) Poeta norteamericano
Seamos claros: el gran enemigo del proceso electoral de este domingo, en el que se renovarán seis gubernaturas, no es la abstención, no es la intervención del aparato del Estado, no es siquiera la posible manipulación de resultados. El gran enemigo es la injerencia del crimen organizado.
Siendo todos los primeros, riesgos importantes, no se equiparan al que verdaderamente es el gran problema: el hecho de que ya se hizo una costumbre que los cárteles tomen las elecciones en sus manos y decanten los resultados según convenga a sus intereses, y hoy los intereses de la criminalidad están con Morena.
Lamentablemente, las elecciones en Durango, Tamaulipas, Aguascalientes, Oaxaca, Hidalgo y Quintana Roo, no deben ya analizarse sólo con el prisma político y electoral. En esas, como en cuanta elección hay ya en el país desde hace algunos años, el verdadero lente de análisis pasa por la intervención de la criminalidad. ¿Qué cártel se impondrá en cada estado?, es la interrogante, no ¿qué candidato o partido triunfará?
Difícilmente puede caber la posibilidad de que en alguno de los seis estados no vaya a ser determinante la injerencia de la criminalidad en el resultado. De hecho, la aparente calma preelectoral en esas entidades, no es resultado de que las condiciones ordinarias de inseguridad hayan disminuido, sino muy probablemente de que cada cártel logró ya apoderarse de la elección y la jornada de votaciones es mero trámite.
Ese es el grado de descomposición al que llegamos. Ya lo advirtió Porfirio Muñoz Ledo este jueves: hay una connivencia inocultable del presidente López Obrador con el crimen organizado, connivencia que por supuesto deberá materializarse el próximo domingo, otra vez, como ya ha venido sucediendo en las elecciones recientes en casi todo el país.
El resultado no variará de lo previsto: Morena arrasará en al menos cuatro de los seis estados. Los pactos están más firmes cada vez. Al tiempo.
twitter@jaimelopezmtz