Los genios son peligrosos para los talentos jóvenes, pues no hacen más que reproducirlos creyendo reproducirse a sí mismos
Johan Wolfgang Van Goethe (1749-1832) Dramaturgo alemán
Tras la cena de negros en que se convirtió la elección de consejeros nacionales para el morenismo michoacano, lo mismo que para el del país entero, las aguas siempre turbulentas del cuatroteísmo parecen encontrar cierta ruta al apaciguamiento. Cierto, el fin de semana fue un lucha encarnizada entre morenistas, todos con cuchillo en mano, un concurso de trapacerías, pero aun esos escenarios primitivos de la política, llegan a su punto de sosiego.
La evaluación de los perfiles que al ganar el fin de semana se incorporarán a la cúpula nacional de Morena, de cara al arranque de las elecciones presidenciales, no llama a sorpresa casi en ningún caso, ganaron los de siempre, los previsibles. Empero, hay un caso que, en lo particular, me llama la atención y, para ser francos, me preocupa: el doctor Elías Ibarra Torre, secretario de Salud, que arrasó en su distrito, Huetamo, y por ende de ahora en adelante deberá dividir su tiempo y capacidad en dos: la salud de los michoacanos y la búsqueda del triunfo de la 4T.
Tengo a Ibarra en un alto concepto personal y profesional. Me parece un tipo decente y un especialista de la medicina valioso. Entiendo que recibió no solo la autorización, sino la orden, de inscribirse en la elección de consejeros, como una estrategia de que Casa de Gobierno se asegure espacios suficientes en la dirigencia nacional morenista. En lo político puede encontrarse relativa explicación, en lo profesional no.
La conducción de las políticas públicas en un tema tan delicado como la salud, máxime en medio de una pandemia, riñe por completo con actividades políticas. El secretario de Salud debe estar dedicado cien por ciento a esa tarea. Me parece obsceno que la descuide por asuntos de orden político. No cualquiera garantiza un paso eficiente por Salud, creo que Ibarra sí, y en cambio cualquiera puede ser consejero nacional de Morena. Para lo primero se requiere alto grado de especialización, solidez ética y profesional; para lo segundo solo ser un eficaz mercenario de la política.
Es probable que Ibarra haga un papel decoroso como consejero nacional morenista, pero ello será a costa de perder a un excelente secretario de Salud, dado que ahora deberá serlo a tiempos parciales. Difícil, pero aun confío en un golpe de dignidad de última hora de Ibarra, que le haga abandonar su tarea partidista para que siga de lleno metido en Salud, donde ha hecho un papel más que eficaz. Nos importa a los michoacanos su labor en Salud, no en Morena.
Diferentes casi todos los demás casos. Que Leonel Godoy, Itzel Camacho, Martín Samaguey, Juan Carlos Barragán, Fidel Calderón, Raúl Morón, Cristina Portillo, Giuliana Bugarini, Juan Pablo Celis, Osvaldo Ruiz, Antonio Cruz Lucatero, entre otros, vayan a ser consejeros, es un asunto que ni le va ni le viene a los michoacanos. En sus actuales responsabilidades pasan de noche, no se pierde nada sin se van o se quedan.
Con Ibarra puede apelarse a la ética para que reconsidere. Caso contrario, por ejemplo, con Cristina Portillo, insulsa directora del Telebachillerato. No puede recelarse que vaya a descuidar esa dependencia por hacer labores partidistas, porque de cualquier manera desatendida está, y su constante es la ambición política, no la entrega de buenas cuentas en el servicio público.
Espero, pues, una renuncia de Ibarra, pero a la consejería morenista, no a Salud. Veremos. Y mientras, a la pesadilla le quedan todavía 790 días.
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