La democracia es la necesidad de doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás
Winston Churchill (1874-1965). Político británico
Si bien se encuentra empacando maletas, Alfonso Martínez no debe ceder un ápice en el que parece ser su último gran reto como alcalde: evitar la instalación de cientos de comerciantes ambulantes en el Centro Histórico.
A menos de dos semanas de dejar la Presidencia Municipal, Martínez está siendo retado por organizaciones de comerciantes provenientes de todos lados, menos de Michoacán: un día sí y otro también esperan la primera oportunidad para salir a las calles del centro moreliano, burlando los operativos de la oficina de Reglamentos y de la misma Policía.
Y ya se vio que son violentos a más no poder. Apenas el jueves anterior se liaron a golpes con los policías e inspectores de Reglamentos que, en acatamiento a la ley, trataban de evitar su instalación en la vía pública, a un costado del mercado Independencia.
“No son delincuentes, son comerciantes que buscan ganarse la vida honradamente, y por tanto debe haber tolerancia de la autoridad hacia ellos”, me escribió un lector.
Cierto, no son delincuentes, al menos si la acepción del término es equiparable a un narcotraficante, un secuestrador o un homicida, pero sí son infractores de la ley.
El Centro Histórico se recuperó para la ciudadanía a fines de 2001, no puede regresar a manos de las mafias de líderes de comerciantes que sólo se enriquecían a costa del trabajo de la carne de cañón. Hay un reglamento que impide que en la vía pública se instalen comerciantes ambulantes, salvo en contadas fechas y por espacios de tiempo corto, siempre bajo permisos especiales, porque así es como operan las sociedades civilizadas, las que se rigen por decretos y leyes.
Cierto es también que buscan la manera de ganarse la vida, pero deben hacerlo sin violentar los reglamentos aprobados para la regulación de su actividad. Dar manga ancha, o “flexibilidad” por parte de la autoridad, es sólo franquear la entrada, otra vez, al caos, la anarquía y la corrupción.
Este domingo, según documentó Jessica Aguirre, volvieron a salir a las calles, medio a hurtadillas, sorteando a los policías e inspectores.
Por eso, Alfonso Martínez no debe flaquear y así esté preparando su salida del ayuntamiento, está obligado a no ceder al chantaje y reforzar sus operativos policiacos para tal fin.
Ah, y una cosa más: así como la autoridad está obligada a hacer prevalecer los reglamentos y evitar el comercio informal en el Centro Histórico, los morelianos también lo estamos a preservar ese espacio, y sólo tenemos un arma: no comprarle a quien no cumple la ley. ¿Es muy difícil?
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