Ser presidente es como administrar un cementerio: hay mucha gente debajo de nosotros y nadie nos hace caso
Bill Clinton (1946-?) Presidente de Estados Unidos
Obvio, el hubiera no existe, pero Raúl Morón habría ganado la elección de gobernador de manera holgada. Con la mano en la cintura, podría decirse coloquialmente. Es claro que un error, un descuido, que algunos pueden atribuir a la arrogancia o la soberbia, le costó carísimo, tan caro como una gubernatura que tenía al alcance de la mano.
Una vez conocida la resolución del Tribunal Electoral, que le retira en definitiva la posibilidad de ser candidato a gobernador, todas las miradas en el equipo de Morón se vuelven hacia Mario Delgado, el ineficaz y torpe líder de Morena, por no haber entregado a tiempo ante el INE los informes financieros de la precampaña. Hay razón en ello, pero más la hay en que Morón jamás debió confiar en su partido y en su líder nacional. Él debió asegurarse de cumplir con dicho ordenamiento legal, lo que le tendría hoy al borde de la gubernatura.
El Trife, hay que decirlo, avaló al IEM porque drástica y todo, la ley es la ley y debe cumplirse. Morón fue equiparado en la sanción con el impresentable de Félix Salgado Macedonio, lo cual es injusto porque hay un mundo de diferencia: el michoacano es un tipo decente, el otro es un violador que debiera estar en la cárcel hace muchos años. Morón, no tengo duda, sería un buen gobernador, su pecado en todo caso fue el descuido provocado acaso por la arrogancia de actuar en la lógica lopez obradorista: si la ley estorba, no la cumplamos.
Caro, muy caro le costó a Morón olvidarse de cumplir la ley. Un error, un descuido, tan caro como una gubernatura.
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