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domingo, julio 13, 2025

ES AMLO

La moral se esgrime cuando se está en la oposición; la política, cuando se ha obtenido el poder

José Luis López Aranguren (1909-1996) Filósofo español

 

jaimelopezSin acciones concretas u obras relevantes de las que echar mano, y con resultados claramente deficitarios en el año de arranque, el presidente López Obrador optó por decantarse por un mensaje enteramente “político”, al viejo estilo priista; y en realidad, se sintió a sus anchas, descalificando, arremetiendo contra todo lo que huela ya no a oposición, sino simplemente a no estar abiertamente de su lado.

Así, las ocho columnas se las llevó su retadora y nada conciliadora frase: los conservadores están moralmente derrotados. El problema es que en su rupestre visión, los conservadores son todos, absolutamente todos aquellos que no le idolatran, que tienen la osadía de asumir una posición crítica ante la 4T.

Es decir, aquellos que habían alentado relativa expectativa de que el primer Informe podría marcar un cambio en el discurso presidencial bronco, se llevaron tremendo chasco; quienes no albergamos la menor esperanza en ello, al atenernos a que a estas alturas resultaría insensato pensar en un viraje, pues simplemente nos topamos de frente con la cruda realidad: tenemos un presidente que ni en “su” día manda una ligera señal de conciliación, de ser un político en toda la extensión de la palabra, lejos desde luego de un estadista.

A cambio, se aferra aún en su Informe al espíritu belicoso, retador, pendenciero, soberbio. En síntesis, nada nuevo este domingo en Palacio Nacional.

Es claro, por lo demás, que López Obrador, como todos sus antecesores, ve un mundo que no existe, salvo en su informe y en su imaginación. Inquieta que si bien reconoce que la inseguridad y la criminalidad son el gran problema en México, evidencia que no tiene la menor idea de cómo encararlo, al sostenerse en su idealista posición de que todo se resolverá con educación, cultura y empleo.

En economía, con los magros números que hoy registra el país, festina que no estamos aún en recesión y deja huecos peligrosos en temas álgidos como el desabasto intencional de medicinas y en la contra reforma educativa. Ni hablar de transparencia y rendición de cuentas, más allá de que estime, sin decir en qué lo sustenta, que el gobierno se ha ahorrado quinientos mil millones de pesos, y jura y perjura que la corrupción se acabó en el gobierno. Desde luego, esto debe creerse sólo como un acto de mera fe.

Cierto, el mundo de Disneylandia que ve López Obrador lo veían todos sus antecesores, el problema es que a éstos nadie les creía y a aquel, al menos su feligresía, sí.

En ello sí hay una diferencia, pero no más.

jaimelopezmartinez@hotmail.com twitter@jaimelopezmtz>

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