Cuando el interés propio reemplaza al servicio público, la sociedad colapsa bajo el peso de la corrupción.
Ken Poirot (escritor norteamericano)
Lamentable, por donde se le vea, lo que está pasando en Comisión Estatal de Cultura Física y Deporte, encabezado por Raúl Morón junior. Una vez pasa, dos es imperdonable y levanta sospechas.
El organismo autorizó apenas en noviembre anterior la celebración de un espectáculo artístico en pleno Estadio Venustiano Carranza. Es de suponerse que el evento tuvo lugar previo pago de la renta por el uso del inmueble. Los Bukis se dieron vuelo cantando y sus seguidores destruyendo la pista de tartán. Cualquiera con dos dedos de frente pudo anticipar esas afectaciones, mismas que nadie quiso hacerse cargo de repararlas. Al más puro estilo mexicano, solo “bachearon” las partes afectadas de la pista. Una porquería de “trabajo”.
¿Por qué permitió la Cecufid esa aberración?, ¿sólo por recibir un dinero a cambio? Bajo ninguna circunstancia se justifica el uso de esas instalaciones deportivas para espectáculos de otra naturaleza. Siendo bien pensados, podemos suponer que la novatez de Morón junior le jugó una mala pasada en esa ocasión. Vale.
De haber aceptado el yerro y, desde luego, de haberse comprometido a no volverlo a cometer, podría haber salido medianamente bien librado del embrollo. Pero por increíble que parezca, Morón no parece escarmentar y el estadio volverá a ser sede de otro espectáculo ajeno al deporte: se anuncia para mediados de febrero la presentación de un tal Julión Álvarez.
¿Qué le pasa al heredero del profesor del mismo nombre? El primer yerro pudo pasar, dos ya obligan a mal pensar respecto de lo que hay detrás de la renta del estadio. Acaso ahí haya algún trabajo para la Auditoría Superior de Michoacán.
No sé qué tan comprometido esté Morón junior con el deporte. Supongo que no mucho, a la luz de su comportamiento. Debe entender que su llegada a la titularidad de la Cecufid fue una concesión política del gobernador hacia su padre. Pero esas condescendencias tienen un límite, y Morón junior está estirando la liga. No parece haber heredado la prudencia de su padre. Veremos hasta dónde lo soporta Ramírez Bedolla. Y mientras, a la pesadilla ya sólo le quedan 629 días.
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