El enemigo más temible de la democracia, es la demagogia
Alfred Croiset (1845-1923) Escritor francés
Tampoco es cosa de darle demasiadas vueltas: Evo Morales cayó porque enloqueció, el poder lo enloqueció y supuso que podía hacer cera y pabilo de las leyes y, sobre todo, de la voluntad de los bolivianos, que ya le habían advertido en referéndum que no lo querían por cuarta vez en la Presidencia; así de fácil, así de difícil.
El ex líder de los productores de coca no entendió que si bien los pueblos latinoamericanos no son precisamente un modelo de democracia ni de eficacia para exigir resultados y apego a la ley a sus gobernantes, tampoco son exprimibles eternamente, y en un momento dado -a veces después de mucho más tiempo del razonable-, explotan.
Pero tampoco entendió que igualmente el Ejército puede aguantar uno o acaso dos desprecios legales, en un caso excepcional tres como en Bolivia justamente, pero que también tiene un límite.
Paradójicamente, Morales no entregaba malas cuentas en economía: un envidiable 4 por ciento de crecimiento en el último año, así como un fortalecimiento en el sistema de salud y de carreteras; empero, está claro que ello no alcanza cuando se enloquece y hay cerrazón a dejar el poder, sea porque se considera insustituible o bien por vulgar ambición del poder.
Por lo demás, el Gobierno mexicano manifiesta una absoluta falta de capacidad para manejar el evento en apego al sentido común y al mismo marco legal, nacional e internacional: advierte que sigue reconociendo a Morales, cuando ya dimitió, y califica de “golpe de estado”, cuando técnicamente ello no sucedió, dado que nadie tomó por asalto el poder, ni los militares ni los civiles; el Presidente renunció y ahora los bolivianos deberán seguir su propio camino legal para recuperar la normalidad institucional.
El problema es que el Gobierno lopez obradorista reacciona no como eso, como gobierno, sino como oposición “herida” porque un afín cayó en desgracia, y mantiene el discurso no diplomático, sino ideológico; que ofrezca asilo a Morales y los suyos, forma parte de la tradición mexicana, pero que se envuelva en la bandera propagandística del discurso de socialismo trasnochado, atribuyendo a “los reaccionarios” y a “los conservadores” la caída, cuando ésta fue resultado del abuso del poder, es otra cosa.
También, el caso boliviano debe abrir los ojos en el resto de la región, comenzando por México, respecto de las consecuencias de “explorar” intentos de extender ilegalmente los periodos de gobierno, bajo el pretexto de que el pueblo bueno y sabio así lo quiere; y vaya que en la 4T hay escenarios en ciernes así. Ya vimos lo que pasa.
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