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viernes, julio 18, 2025

FIDEL Y EL CHÉ

No hay mejor aliado para un dictador, que un pueblo ignorante, cobarde, hambriento y conformista:

Anónimo

La polémica desatada por la decisión de la alcaldesa de Cuauhtémoc, en la Ciudad de México, Alessandra Rojo de la Vega, de ordenar el retiro de estatuas en memoria de Fidel Castro y Ernesto “el Ché” Guevara, de un parque público, obliga a repensar con qué motivo se erigen ese tipo de manifestaciones que exaltan la memoria y la imagen de algún personaje.

Sin duda, el principal es con un fin de glorificación histórica y regularmente corre por cuenta de los gobiernos locales en turno, casi siempre con motivaciones básicamente ideológicas, independientemente del valor artístico que puedan tener.

Por tanto, al igual que sucede con los nombres de las calles en cualquier parte del mundo, los monumentos pueden construirse o borrarse en función del tipo de gobierno que se instaure. Hay, claro, los que trascienden tiempos, y son aceptados por gobiernos de cualquier tendencia. En ese orden, podría hablarse, en el caso de México, de estatuas o calles con el nombre de Cuauhtémoc, Hidalgo, Morelos o Juárez.

A ningún gobierno le pasaría por la cabeza la posibilidad de modificarlos o de plano retirarlos de circulación: son considerados héroes de manera generalizada. Ya hablar de Villa, Calles, Obregón o aún Cárdenas, debe verse con más cautela, sus nombres remiten a polémica y dependiendo del tipo de gobiernos se exaltarán o se mandarán a la congeladora.

Pero hay casos, también generalizados, de personajes que generan división e incluso rechazo casi unánime. A nadie se le ocurriría levantar un monumento con la efigie de Antonio López de Santa Ana o, a nivel mundial, de Adolfo Hitler. Apenas un escalón abajo habría que situar a Castro y al Ché. Ya se sabe, ambos son objeto de loas en las izquierdas ignorantes, de esos trasnochados que les dan carácter de héroes hasta que van a Cuba y comprueban la tiranía y la semi esclavitud de sus habitantes, al amparo del régimen dictatorial creado por ambos personajes.

Pero nadie, con un mínimo conocimiento de la realidad, puede apoyar la construcción de estatuas de un dictador, como Castro, y un asesino, como Guevara. Cierto, en la 4T eso y más es posible. Indignada, Claudia Sheinbaum ya ordenó que las estatuas se coloquen en otra parte de la capital del país.

En efecto, es cuestión de ideologías, pero flaco favor nos hacemos los mexicanos ante el mundo, exaltando a dictadores y asesinos. Una más de los tiempos estelares de la 4T.

X@jaimelopezmtz

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