Todo el estudio de los políticos se emplea en cubrirle el rostro a la mentira para que parezca verdad, disimulando el engaño y disfrazando los designios
Diego de Saavedra Fajardo (1584-1648) Escritor español
Claramente, el Congreso del Estado ahora sí tomó una medida acertada y congruente: replantear el tema de la designación del Fiscal Anticorrupción.
Cierto, dicha designación lleva un retraso importante y, hay que decirlo, grave. No es un asunto menor, es una pieza clave en el Sistema Estatal Anticorrupción, pero por lo mismo debe avanzarse, pero sin que ello sea pretexto para una mala decisión.
Algo de contexto: el Congreso del Estado lanzó una convocatoria para aspirantes al cargo de Fiscal Anticorrupción, pero sólo cinco abogados –serlo es requisito insoslayable- respondieron al llamado de los diputados, y resulta que todos con ligas con el Gobierno, más específicamente con la Procuraduría General de Justicia, lo cual ciertamente no tiene nada de malo en términos profesionales y curriculares, pero en particular para el perfil de Fiscal Anticorrupción, por supuesto que es una limitante, más aún, debe ser un obstáculo, si lo que se demanda es alguien con la autonomía y la independencia de partidos y de gobierno como para generar la confianza, la credibilidad y la solvencia moral exigida para el cargo.
Eso, aunado al choque interno en la bancada de diputados perredistas, generado por la indefinición de apoyar o no la designación de Marco Aurelio Nava, gente cercana a Casa de Gobierno, provocó que sensatamente los congresistas decidieran darse un tiempo más para tomar tan delicada determinación.
Algunos de ellos van por la posibilidad de una segunda convocatoria. Sería imprescindible, con todo y que ciertamente pudiera generar un lío de tipo jurídico, primero porque nunca se contempló una segunda ronda y luego porque en los requisitos no se precisó estar desvinculados de cualquier nivel gubernamental o partido. Pero con todo y todo, el Congreso debe aventurarse a ir por una nueva convocatoria, que le permita tener un abanico de opciones mucho más sólidas, cuantitativa y, sobre todo, cualitativamente.
Tan fácil como esto: siendo gente respetable la que hoy está en la lista de cinco aspirantes, si de entre ellos designa el Congreso al Fiscal Anticorrupción, esa figura, clave en el Sistema Estatal Anticorrupción, nacerá muerta. Así de grave es la responsabilidad de designar a un fiscal autónomo. Hoy, ninguno de los cinco disponibles, lo es.
Bien vale la pena, insisto, estirar la liga al máximo en lo jurídico y hacer todo lo que deba hacerse para poder contar con un fiscal fuerte, moralmente sólido, e independiente del poder público. Para ello, sí o sí se requiere una segunda convocatoria. Veremos.
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