Si elegimos a los políticos corruptos de siempre, es un mensaje claro de que no queremos un cambio.
Sukant Ratnakar. Escritor hindú
Son tiempos de sandeces. Entre otras muchas, una cuatroteísta que comienza a cobrar fuerza a raíz del nuevo fracaso de la Selección Mexicana en el Mundial de Fútbol de Qatar: que los jerarcas de ese deporte comparezcan ante diputados o senadores para que expliquen cómo manejan el negocio-espectáculo-deporte, y el porqué de otra eliminación más.
Ridículo, patético. O los legisladores morenistas que formulan tal planteamiento son unos ignorantes supinos o demagogos empedernidos.
Primero, es evidente que hay más de diez mil asuntos más relevantes y urgentes que el poder público debiera atender con más diligencia en un país como el nuestro, antes que «preocuparse» por el fútbol. Si ese mismo entusiasmo demostraran en la 4T por la criminalidad, la inflación, la falta de vacunas y medicamentos en el sector salud, solo por citar algunas verdaderas prioridades, está claro que otra sería la realidad que enfrentamos.
Pero además, alguien debe advertir a los legisladores «pamboleros» que no tienen ninguna autoridad para citar a comparecer a los federativos del fútbol, por la sencilla razón de que se trata de un tema cien por ciento privado. Que haya gobernantes que regalan dinero a los equipos de fútbol profesional para que éstos les hagan el honor de jugar en sus ciudades, no significa que se trate de un negocio público. En todo caso, esos gobernantes cometen una ilegalidad por la cual debieran responder, incluso penalmente, dado que están desviando recursos públicos a rubros que no lo son.
Lo que sí es una obligación gubernamental es fomentar el deporte social, vincular éste con la salud y la cultura, construir infraestructura, alentar con becas a deportistas de excelencia, tratar de expandir su práctica entre personas de todas las edades, entre otros rubros más siempre de corte social. Es decir, diseñar y ejecutar una verdadera política pública de fomento al deporte social. A los responsables de ello, sí deben citar los legisladores para que expliquen resultados.
A los dueños de los equipos de fútbol no, porque se trata de un negocio particular. Chueco o derecho, transparente o no, no es un negocio público y en todo caso a los accionistas deberán rendir cuentas. ¿Es tan difícil de entender la diferencia? Es tanto como que los diputados o senadores quisieran citar a Carlos Slim para que expliquen por qué Telmex ha visto caer sus ventas. Así de ridículo. Y a la pesadilla todavía le quedan 666 días. Twitter @jaimelopezmtz