Cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho
Simón Bolivar (1783-1830) Militar venezolano
Por supuesto que los gobernadores de Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila y Durango, y más recientemente el de Michoacán, corren el riesgo de ser etiquetados por la intolerancia lopez obradorista como rebeldes y quizá “sancionados” política y presupuestariamente por el gobierno federal.
Desde luego que ellos lo saben, pero eso no les arredra para diseñar un plan conjunto de reactivación económica, ante la ausencia de uno de corte nacional que en teoría debiera ser obra justamente del presidente de la república.
En principio, fueron los gobernadores de Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila los que idearon ir en bloque en el diseño de un plan contra la crisis económica en que ya comienza a derivar la pandemia del Covid-19. Y tiene sentido, se trata de tres de los estados con mayor actividad y relevancia productiva, industrial y empresarial. De no tener que entregar los impuestos al gobierno federal, los tres estados tendrían un nivel de vida mejor. Y el hecho de ser vecinos, hace sentido en dicha estrategia.
En segunda instancia se sumó el de Durango y por último el de Michoacán, quien apenas este miércoles contactó con sus homólogos, y puso por delante una zanahoria de alta atracción: el puerto de Lázaro Cárdenas. Con claridad, los gobernadores del noreste vislumbraron que cualquier plan de activación económica en su zona no puede tener éxito si no hay la integración del puerto michoacano, dado que por él llega la mayor parte de insumos de maquinaria, manufactura e industriales para aquella región.
En realidad, todos los gobernadores se fortalecen. En ese grupo hay dos panistas, un priísta, un perredista y uno independiente. Por pluralidad nadie podrá cuestionarlo. Y siempre será mejor ir en bloque que gritar en el desierto, máxime cuando enfrente tienen a un presidente que ni ve ni oye.
Con todo y su unión, es evidente que los alcances de los gobernadores para tomar medidas anti crisis económica son limitados, pero también es claro que eso es mejor a la inacción presidencial. Siempre será mejor poco a nada. Así de fácil. Lamentable en todo caso, la actitud pasiva y agachona de la mayor parte de los gobernadores, que para no incomodar al presidente prefieren dejar a su suerte a sus estados. Repito, no sé qué tanto les alcance a los mandatarios de los cinco estados, pero al menos nadie podrá cuestionarles que no lo intentaron, que no buscaron lo mejor para sus gobernados. Veremos.
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