Yo propondría que los políticos no fueran personajes públicos
Jorge Luis Borges (1899-1986). Escritor argentino
Leonel Godoy no tiene porqué indignarse cuando en los medios de comunicación, en redes sociales o por cualquier otra vía, se cuestiona el nombramiento de su hijo como secretario de Movilidad y Espacio del ayuntamiento moreliano, que ahora encabeza Raúl Morón.
Fausto Vallejo suele repetir –y en esto, aunque parezca raro, sí tiene razón-, que al que no le gusta que lo pisen, que no se levante a bailar. Es algo más o menos similar a aquella otra conseja popular en el sentido de que el que tenga miedo a los fantasmas, que no salga de noche.
Esto aplica para el hijo de Godoy, como para cualquiera que se involucre en actividades públicas. No sé si porque su padre lo recomendó con Morón, o si éste decidió libremente invitarlo, pero el caso es que Antonio Godoy González ya es secretario de Movilidad y Espacio, y tanto su nombramiento pero, sobre todo, su actuación en esa oficina, deben estar sujetas al escrutinio público.
Casi todos los políticos encumbrados suelen también advertir: “a mí que me critiquen lo que quieran, pero con mis hijos no se metan”. Ni siquiera esa premisa es válida, porque los familiares de servidores públicos igualmente son sujetos de escrutinio abierto, dado que invariablemente hacen uso de recursos públicos. Con mucha más razón, cuando los familiares también asumen responsabilidades oficiales.
Godoy y su vástago deben entender que si se cuestiona el nombramiento por el alcalde Morón, es porque claramente no tiene ningún antecedente que avale la designación. Morón y los morelianos le damos el beneficio de la duda, porque igual y genera resultados positivos en esa encomienda; nadie lo sabe, sus antecedentes no obran en su favor, pero cabe esa posibilidad. Ojalá que así fuera.
Y con más razón, ya como secretario de Movilidad, Antonio Godoy estará puesto en la lupa un día sí y otro también, y no porque sea hijo de Leonel Godoy, sino por ser el responsable de esa oficina, y por ser esa obligación de los medios de comunicación. Si no, qué fácil, qué posición tan cómoda: el padre estaría tendiendo la cama a su hijo para que ante cualquier crítica que éste reciba, se escude en que son “canalladas” de los medios sólo por ser su familiar.
No, ambos, padre e hijo, deben asumir esa nueva realidad. Deben estar conscientes de ella. Si Antonio no tiene esa madurez, significa que no está hecho para el servicio público, y es mejor que renuncie. Ser funcionario de primer nivel, con méritos o no, es totalmente diferente a dirigir una asociación civil de poca monta.
Y sí, al que no le gusta que lo pisen, que no se levante a bailar.
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