Si la experiencia nos enseña algo, nos enseña esto: que un buen político en una democracia es tan impensable como un ladrón honesto
Henry Louis Mencken (1880-1956) Periodista norteamericano
De mucho serviría conocer los criterios para la definición de las sedes de los cuarteles de la Guardia Nacional, al menos en territorio michoacano. Serán veintidós los que se instalen, pero no está claro cómo se determinó el número, ni su ubicación.
El viernes anterior, el presidente López Obrador estuvo en Sahuayo y Jiquilpan para inaugurar el cuartel en cada uno de esos municipios. Pero resulta que, como sabemos, ambos son prácticamente conurbados, separa a ambas ciudades apenas un boulevard de unos tres kilómetros. Así, de entrada, uno supondría que con un solo cuartel sería suficiente para que la Guardia Nacional vigilara a ambas poblaciones.
Y si van a operar veintidós en todo el estado, significa que habrá noventa y un municipios que no tendrán cuartel, pero sí dos contiguos cada uno con su inmueble en Sahuayo y Jiquilpan. He ahí una aparente inconsistencia.
Por lo que se sabe, ha tocado a los presidentes municipales donar el terreno y en muchos de los casos construir o al menos adecuar las instalaciones para que sirvan como cuartel de la Guardia. Ello obliga a presumir que si operarán veintidós cuarteles es porque es el número de alcaldes que tuvieron la posibilidad o la voluntad de participar donando algún inmueble para el respectivo destacamento.
¿Y qué pasará en los casos de los alcaldes que no quisieron o no pudieron donar el inmueble para el cuartel en sus municipios? Pues aparentemente no tendrán presencia de la Guardia Nacional. Es decir, estaríamos no ante una estrategia bien ideada respecto de dónde y cuántos cuarteles poner a operar, en función del índice de criminalidad en cada lugar, sino de presencia de la Guardia donde las autoridades locales pueden, o quieren, pagar su presencia.
De ser así, no parece ser la mejor argumentación. De nuevo estaríamos ante políticas públicas basadas en la improvisación, formuladas sobre las rodillas, no en función de una inteligencia militar y policiaca.
Y no es que la presencia de Guardia Nacional signifique una garantía de mejora en los niveles delincuenciales en determinada región, porque está visto que en poco o nada ha sido factor para ello donde ya opera, como Morelia, pero sí llama la atención el aparente poco profesionalismo con el que comienza operaciones la pomposa Guardia Nacional. Veremos.
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