La absolución del culpable es la condena del juez:
Publio Sirio (85 a. C. – 43 a. C.) Escritor sirio
Los pamboleros de corazón esperamos cada cuatro años con singular interés el Mundial de Fútbol. Se acerca el de la edición 2026 y desde luego no es la excepción: contamos los días para el 11 de junio, en que se inaugurará en el Estadio Azteca, o Banorte como ahora se llama.
Pero parece que no todo mundo está esperando la fecha con expectación, sino con temor. Es el caso, creo, de la doctora Claudia Sheinbaum.
Este lunes decidió que su mañanera era exclusivamente para hablar del Mundial, y anticipó que su boleto de acceso se lo regalará a una niña para que cumpla su sueño de estar presente en ese evento.
Será la primera ocasión en la historia de los Mundiales que el presidente o presidenta del país anfitrión no acude al partido inaugural. ¿Desdén? No, temor. Las redes pagadas por el gobierno se apresuraron a resaltar el gesto “humanista y sensible” de Sheinbaum, que es capaz de privarse de estar en el Azteca el 11 de junio, a cambio de cumplir el sueño de una niña, a la que regalará el cotizado boleto 00001.
Pongámonos serios: Sheinbaum no irá al Azteca porque sabe que no hay mandatario al que le vaya bien en ese tipo de eventos. No quiere correr el riesgo de llevarse una rechifla del tamaño del estadio, como se la llevaron Gustavo Díaz Ordaz en 1970 y Miguel de la Madrid en 1986. Pero si ella tiene una aprobación ciudadana del 80 por ciento, según todas las encuestas, ¿porqué temería a una rechifla? Por tres motivos fundamentales: uno, por el costo de los boletos, que restringirá el acceso solo a las clases media alta y alta, que no son precisamente afines a la 4T; dos, porque el deporte popular del mexicano es mentarle la madre a los políticos, a todos, más cuando se prestan las condiciones como dentro de un estadio donde hay cien mil almas. Y tres, lo medular, porque la presidenta sabe que la crisis que enfrenta su gobierno tras el asesinato del uruapense Carlos Manzo no solo no amainará, sino se acrecentará conforme pasen los meses.
Así que doña Claudia encontró desde ahora la coartada perfecta: regalarle a una niña su boleto. Se vacuna de una vez. Total, si en junio ella sopesa que el ambiente social ha cambiado y el riesgo de la rechifla es bajo, no necesita boleto para acudir al Estadio. Previsora sí es.
X@jaimelopezmtz



