La moral se esgrime cuando se está en la oposición; la política, cuando se ha obtenido el poder
José Luis Aranguren (1909-1996) Filósofo español
Sin generalizar, porque como en todo en la vida hay excepciones, pero una vez más las casas de estudiantes han quedado en entredicho, a raíz de una cobarde agresión que un sujeto propinó a un comerciante de la tercera edad que labora en los alrededores de San Agustín, y que desató la ira de la sociedad.
La Fiscalía General del Estado detuvo a un sujeto de nombre Orbelín G., quien el pasado 8 de octubre arremetió con un tubo en contra de un anciano conocido en el Centro Histórico como “don Meño”, porque éste cometió el pecado de no venderle algún producto que el agresor le exigía. Otro individuo que trató de intervenir en defensa de Don Meño recibió también agresiones severas.
Orbelín, tras su cobarde golpiza a ambos, corrió a esconderse al vetusto inmueble que alberga la Casa de Estudiantes Isaac Arriaga, pero sus líderes salieron a asegurar un día después que ello era una mentira. Hoy, la Fiscalía corroboró que fue verdad que ahí le dieron protección al delincuente, que además resulta que es ex morador del lugar.
Supongo que ahí habrá buenos estudiantes, pero es claro que también hay líderes corruptos que solaparon a un delincuente y que luego mintieron a la opinión pública y obviamente a la Policía.
Y es evidente también que así como seguro surgen de las casas de estudiantes buenos profesionistas, también lo es que lo hacen delincuentes como Orbelín.
Igual, queda claro que las casas de estudiantes se siguen considerando a sí mismas como santuarios de autonomía, donde la autoridad, de cualquier índole, tiene vedado el acceso, a riesgo de violar esa “autonomía”. Pero lo peor, que la Policía misma siga teniendo esa estupidez por cierta. No es la primera ocasión en que un delincuente, sea morador o no de casas de estudiantes, corra a esconderse en una de ellas, que ahí se le dé cobijo y que la Policía se niegue a ingresar por él, porque supone que es “autónoma”.
Hechos bochornosos como el narrado, abonan a la ya de por sí muy maltrecha imagen de las casas de estudiantes, y fortalecen también la discusión sobre la necesidad de mantenerlas vigentes. El problema es que no es sólo este caso, sino que el mismo es sólo un botón de muestra del tipo de personajes que hay en las casas de estudiantes, de la impunidad en que se manejan, y de la ignorancia que prevalece respecto de su supuesta “autonomía”.
Es de esperarse que la Fiscalía presente una sólida carpeta y que el juez dicte una severa sanción a Orbelín. Aunque dos factores parecen operar en contrario: el nuevo sistema de justicia penal, que está ideado para proteger delincuentes, y la histórica impunidad que se le brinda a los moradores de las casas de estudiantes. Ah, y un tercer factor para dudar de que vaya a aplicarse una sanción ejemplar a Orbelín: estamos en época de hermandad, de paz y amor, de abrazos y no balazos, así el país se incendie por la violencia, según promulga el líder religioso desde el púlpito mañanero. Veremos.
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