En un estado verdaderamente libre, el pensamiento y la palabra deben ser libres
Suetonio (70-126) Historiador romano
No fue este martes, para nada, un buen día para el estado de derecho en Michoacán, para la legalidad y la lucha contra la impunidad. Y tampoco lo fue para el poder público, que recibió sendos mazazos lo mismo que la sociedad, por más que ambos, poder público y sociedad, estén acostumbrados.
Primero, el poder público, léase el gobierno en todos sus niveles, perdió la batalla contra los vividores que manejan a su antojo y conveniencia las movilizaciones indigenistas. Tras destruir el monumento a los constructores de Morelia, 24 desquiciados responsables fueron detenidos por la Policía capitalina, pero más tardaron en ser puestos a disposición del Ministerio Público, que éste en liberarlos, dado que el delito en cuestión no es grave y, además, el ayuntamiento se vio precisado a negociar un acuerdo de reparación del daño. Ya se sabe que los 200 mil pesos en que se valúo dicha reparación, serán pagados por el gobierno del estado y se fingirá que fueron aportados por el Consejo Supremo Indígena, para cumplir su “sentencia” judicial.
Pero no fue esa la única victoria de los supuestos indigenistas frente al poder público: más tarde, del mismo martes, se conocía que finalmente el gobernador Ramírez Bedolla tuvo que ceder ante el ala indigenista del cártel de la Cnte, que demandó por semanas la imposición de uno de los suyos, Lázaro Márquez, como director de Educación Indígena de la Secretaría de Educación. Pero lo demandó con acciones delincuenciales como bloqueo de carreteras y de vías del tren, así como destrucción de vehículos por doquier, todo lo cual le fue enaltecido por el gobierno, al doblarse y darle posesión, en lastimoso acto de sobajamiento, a Márquez. El gobernador tuvo que renunciar a quien había designado originalmente, y aceptar la imposición centista.
Este martes, pues, el indigenismo dos goles, el poder público cero. Y el partido apenas comienza. Ya los mafiosos líderes de esos movimientos le tomaron la medida al gobierno. Lo de este martes es solo el principio. Si el gobernador Bedolla supone que claudicando en esta ocasión someterá a los chantajistas movimientos indigenistas, está peligrosamente equivocado. Es al contrario. Éstos últimos ya lo tienen de rehén y no lo soltarán. Si no, al tiempo.
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