Una nación que gasta más dinero en armamento militar que en programas sociales, se acerca a la muerte espiritual
Martin Luther King (1929-1968) Pastor bautista y activista norteamericano)
¿Qué sí se puede cambiar del sistema electoral? Varias cosas:
Una, el sueldo de los consejeros y personal de alto nivel del IFE, así como de los magistrados del Trife, es demasiado elevado; debe reducirse a un nivel razonable.
Dos, las prerrogativas o financiamiento a los partidos son ofensivas. Deben ajustarse a la baja de manera considerable.
Tres, sería sano eliminar la figura de los escaños pluris, tanto de diputados como de senadores, pero garantizando que no haya sobre representación en ninguna de las cámaras.
Cuatro, debe dotarse al INE y al Trife de los dientes legales para sancionar con mayor severidad a los candidatos y partidos que violen la ley electoral, incluso que éstos pierdan el registro o que los primeros sean separados de sus cargos.
Cinco, muy sano sería incluir la segunda vuelta en elecciones presidenciales y de gobernadores, así como crear la figura de la vicepresidencia o de primer ministro.
Esto y muchas cosas más pueden cambiar y serían sin duda para bien de nuestra democracia.
¿Qué no se debe tocar? Fácil: la autonomía del INE y del Trife. Y esa autonomía se garantiza, en el caso del INE, manteniendo la designación de los consejeros por el actual método, es decir, producto de una votación de dos terceras partes de los diputados.
Pretender siquiera considerar la payasada de que sean electos por el voto popular, sería darle la puntilla a nuestra incipiente democracia.
Ese es el punto clave y López Obrador lo sabe, de ahí su empecinamiento en impulsarlo. Y dado que es el quid del asunto, es donde los diputados, más concretamente la oposición, debe cerrar filas: todo es negociable, menos el método de selección de los consejeros.
Es de esperarse que así como López Obrador lo tiene claro, la oposición también lo tenga. Veremos. Y a la pesadilla todavía le quedan 698 días.
twitter@jaimelopezmtz