Dejar de luchar por culpa de la corrupción que hay a tu alrededor, es como cortarte el cuello porque hay barro afuera
Nicolae Lorga (1871-1940) Poeta rumano
Alfredo Ramírez Bedolla anuncia inversiones en obra pública en Michoacán por unos 6,500 millones de pesos, lo que, de concretarse, significaría por fin la reactivación de ese rubro que en la agenda gubernamental se ha mantenido en blanco por lo menos dos décadas.
El gobernador reitera lo que había anticipado en su primer informe: la construcción de un nuevo periférico y de un sistema de transporte en su modalidad de metrobús, ambas en esta capital, además de la carretera Aguililla-Nexpa.
En sentido estricto, ese tipo de obras debieran ser consideradas «normales» al menos cada año en la entidad, como lo son muchas otras, y no debieran llamar la atención de manera sobresaliente. Pero resulta que en Michoacán lo es, porque tenemos veinte años sin que los gobiernos locales ejecuten obra pública relevante. Todo, gracias a la capacidad depredadora del cártel centista, aparejada a la debilidad gubernamental, factores que sumados explican que en este tiempo todo el recurso se haya ido al barril sin fondo que es la «educación», pero no a su rubro cualitativo, sino solo a gasto corriente.
El último gobierno que invirtió realmente en obra pública, fue el de Víctor Tinoco Rubí. Con Lázaro Cárdenas comenzó la debacle, pese a que paradójicamente fue cuando también comenzó el endeudamiento a escalas groseras. Con Leonel Godoy se mantuvo la perversa ecuación de deuda y nada de obra pública, y así todos los sucesores, porque todos han sido rehenes de la Cnte.
Importante aclarar que los nuevos hospitales Civil e Infantil, así como los del IMSS e ISSSTE, fueron construidos con recurso federal en los tiempos de Enrique Peña Nieto. El gobierno de Silvano Aureoles destinó algún recurso para los distribuidores viales de Morelia, pero ya vemos el monumento a la irregularidad en que están convertidos.
Así pues, no deja de llamar la atención que Ramírez Bedolla confirme al menos esas tres obras, las de Morelia sin duda de gran envergadura, y hace suponer que cuenta con el recurso para ello porque en alguna medida las acciones de contención del gasto que ha puesto en marcha Yarabí Ávila en Educación, han generado resultados y por ende ahorros que ahora permitan orientar algo de recursos, por fin, a la obra pública.
De otra manera, sería difícil entender cómo podría destinarse dinero a la infraestructura estatal, si el presupuesto siguiera teniendo una sola prioridad: la CNTE. Veremos si esa inercia se confirma. Y a la pesadilla todavía le quedan 714 días.
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