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martes, julio 22, 2025

INJURIAS

La corrupción lleva infinitos disfraces

Frank Herbert (1920-1986) Escritor norteamericano

jaimelopezInjuria, de acuerdo con el Código Penal, en su artículo 208, es “la acción o expresión que lesionen la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación”. Según el diccionario, es “el hecho o insulto que ofende a una persona por atentar contra su dignidad, honor, credibilidad, etcétera, especialmente cuando es injusto”.

Bueno, pues en la Cámara de Diputados federal avanza una fascista modificación legal para aumentar drásticamente las penas por injuriar al presidente de la república, pero el manto protector incluye a gobernadores, secretarios de despacho, al fiscal general de la república, al jefe de gobierno de la Ciudad de México, a legisladores, magistrados, jueces, generales y militares del Ejército, a mandos policiales “o cualquier otra persona que tenga carácter público”. Vaya, hasta los embajadores acreditados son incorporados en el listado de “intocables”.

Cuando se ha sentado jurisprudencia en el sentido de que la libertad de expresión, como de prensa, debe garantizarse a plenitud, en México vamos, para no variar, en sentido opuesto, a contracorriente de ese impulso liberal. El presidente López Obrador está empeñado en regresar al país a los sesenta y en muchos sentidos lo está logrando. Lo que este martes se aprobó en comisiones de San Lázaro, va en la misma ruta.

El problema radica en la trampa que encierran leyes que fundamentan su vigencia en subjetividades y conceptos etéreos. Leyendo y releyendo la definición de “injuria” es evidente que puede aplicarse a conveniencia, y por tanto, puede ser herramienta para contener y sancionar a la mala a opositores al poder público, con los periodistas a la vanguardia de esa lista de potenciales injuriadores. Cualquier crítica periodística, por ejemplo, encaja sin problema en el concepto de “injuria”, dado que puede afectar la dignidad del servidor público sujeto de esa crítica o análisis. Un señalamiento tan ridículamente superficial como “ineficaz” o “falto de oficio” formulado a un político por un analista, bien puede ser usado por aquel para demandar a éste por injurias, si alude a que el comentario le causó una afectación en su dignidad o imagen. Patético, sí, pues es lo que hay, es lo que viene. Sin duda, soplan vientos de dictadura en el país. Y apenas comienzan.

Y a la pesadilla ya solo le faltan 594 días. twitter@jaimelopezmtz

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