La política es demasiado seria como para dejarla en manos de los políticos
Charles de Gaulle (1890-1970) Estadista francés
Curiosa la forma en que el presidente López Obrador intenta eludir un encuentro con los diez gobernadores aliancistas. Primero aseveró que reunirse con ellos era poner en riesgo la investidura presidencial, lo que sea que eso signifique para él. Luego, justifica que le han faltado al respeto, sin que tampoco quede claro en qué consiste esa supuesta desatención de cortesías en que incurrieron los gobernadores.
En lo que no hay duda, es en el hecho de que el presidente no tiene la menor voluntad para reunirse ni con los gobernadores aliancistas, a los que ve como sus enemigos, ni con ningún otro, ni siquiera con los morenistas. Eso de reunirse con nadie ajeno a su círculo de adoradores, no parece ser propio de su talante.
Entre el riesgo de afectar “la investidura presidencial” y las “faltas de respeto” de los gobernadores, López Obrador pretende buscar la justificación a su negativa a sostener encuentros con esos gobernadores. Curioso que alguien que ha hecho del descontón callejero, del insulto, del golpe bajo y de las acusaciones sin pruebas, un método de hacer política, apele hoy al respeto, a la civilidad y a los buenos modales a sus oponentes.
Cierto, los mensajes de los gobernadores no han sido tersos, pero tampoco irrespetuosos. Le han advertido al presidente que no aceptarán una reducción en las partidas presupuestales para el próximo año; le han reclamado que hay una concentración peligrosa en el manejo de recursos financieros; le han espetado que su forma de gobernar se aproxima a una tiranía, lo cual es fuerte, pero no infundado ni tampoco significa una falta de respeto.
El presidente salió al paso dando a conocer en su mañanera el listado de los recursos canalizados este año a cada estado. Son datos oficiales y reales, pero lo que los gobernadores reclaman no es esa lista, si no la otra, la de las reducciones en las participaciones federales.
Está claro que jamás habrá esa reunión; si no la ha habido para definir estrategias contra la pandemia, menos la habrá para recibir reclamos por cuestiones de pesos y centavos. Al presidente le disgustan las exigencias de cualquier índole. Él se reúne con quien sabe acudirá sólo para escuchar y acatar instrucciones, no para sugerir nada, menos para acusar ni reclamar. Es su forma de ver la política, su forma de hacer gobierno. Alguien tiene que pagar los platos rotos. En este caso, los gobernadores, o mejor dicho, los estados.
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