El triunfo político es la suma del sentido común y la capacidad de liderazgo
Enrique Tierno Galván (1918-1986) Político español
Es urgente que el presidente López Obrador contenga y revierta el equivocado, peligroso y hasta perverso deslinde que sistemáticamente viene haciendo de la faceta más importante que tiene el Estado en cuanto a sus obligaciones: la gobernabilidad y el establecimiento de acciones contra la criminalidad.
El mandatario no parece dispuesto a asumir ningún tipo de “riesgos” a su imagen, y es claro que prefiere incumplir su responsabilidad de gobernar, en el sentido más elemental del término, antes que alguien le acuse de represor.
Tiene tan marcado en su mente que México es uno antes y otro después de él como presidente, que está cayendo en la peligrosísima posición de dejar pasar y dejar hacer todo, absolutamente todo, incluido el empoderamiento total del crimen organizado y del reinado de la ingobernabilidad, antes que “mancharse” las manos de sangre.
En esa lógica debe leerse que toda su estrategia contra la criminalidad, se reduzca a hacer risibles llamados a los delincuentes para que piensen en sus mamacitas y en sus abuelitas. Y lo mismo que ante el caos completo que se genera en cada movilización masiva en la capital de la república, su “estrategia” se centre en llamar a la población civil a formar escudos humanos para evitar actos de pillaje.
¿Qué clase de gobernante es capaz de pedirle a la sociedad que se proteja a sí misma contra los hechos vandálicos y a formular llamados candorosos a los criminales para que vuelvan al camino del bien, si es que alguna vez anduvieron en él? Pues sólo un gobernante perverso, al que no le importe un ápice la sociedad, y el que sólo tenga en la mira pasar a la historia como alguien que no reprimió al pueblo bueno y sabio, así el país se le haya ido entre las manos.
Esa egoísta, cobarde y perversa actitud, es la que está poniendo en práctica López Obrador. La gente que formó los escudos humanos este martes en la Ciudad de México, frente a la marcha de los violentos, no lo hizo por ingenuidad, porque atendiera su llamado, sino porque entendió que no quedaba de otra, que López Obrador jamás dará un paso para defenderle.
Hoy, está más que claro que la ciudadanía que no forma de grupos delincuenciales, sean encapuchados manifestantes o de plano del crimen organizado, está en el total abandono del gobierno lopez obradorista, y bajo el entendido de que si no se defiende a sí misma, nadie más lo hará, menos el gobierno.
Quizá sea pedir peras al olmo, pero urge que el presidente despierte ya del sueño color de rosa en que se encuentra desde diciembre, se ubique en el México real que supuestamente gobierna, antes de que el país entre de lleno en un escenario de absoluta ingobernabilidad, del que por cierto no estamos nada lejanos. Veremos.
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