Un dilema es un político tratando de salvar sus dos caras a la vez
John A. Lincoln (científico norteamericano)
Con toda la magnanimidad que le caracteriza, el rey se ha dignado autorizar que se vacune contra la covid-19 a los niños mexicanos, de entre cinco y once años de edad.
Dado que en México las decisiones inherentes a la pandemia no las toman los científicos, porque no están capacitados para ello –en vano los muchos años de estudio-, sino el señor presidente, que invariablemente lo hace con tino, éste ha decidido que es tiempo de que se vacune a los niños. Por supuesto que él sabe los tiempos, él es infalible, él todo lo sabe y si hasta ahora serán vacunados los niños del reino, es porque es lo mejor para ellos. El rey no se equivoca. Qué importa que los demás países hayan tomado esa medida hace varios meses. En ellos no hay gobernantes sabios y amorosos con su pueblo, en ellos los científicos toman esas decisiones, los científicos, buenos para nada.
La eminencia llamada Hugo López Gatell, merecedor del siguiente premio nobel de medicina, tuvo a bien sugerir a su majestad que es el momento de incorporar a los niños mexicanos a las campañas de vacunación. En hora buena por él y sus siempre atinados consejos sanitarios a los mexicanos. ¿Qué hubiéramos hecho sin él en la pandemia? Gracias a Dios ahí estuvo, ahí sigue al pie del cañon.
Claro, vendrán los envidiosos, esos que nunca faltan, esos que quisieran que en todo fallara la monarquía, y cuestionarán por qué hasta ahora se vacuna a los niños, cuando en el mal llamado primer mundo sucede desde hace varios meses. Espero que su majestad no les escuche ni los vea. El pueblo está con él. El pueblo sabe que él es diez veces más sabio que los supuestos científicos.
Por su generosidad, ¡gracias señor presidente! twitter@jaimelopezmtz>
