Cuando alguien asume un cargo público, debe considerarse a sí mismo como propiedad pública
Tomás Jefferson (1746-1823) Tercer presidente de Estados Unidos
El rector nicolaita, Raúl Cárdenas, ha anunciado este lunes su plan de austeridad comprometido, con el que, dice, espera lograr ahorros para la Universidad Michoacana este año por unos ciento cincuenta millones de pesos.
Para empezar, no suena mal: anuncia una reducción del diez por ciento, en promedio, del salario de los mandos medios y superiores de la institución, y él mismo se auto impondrá un ajuste del 35 por ciento. Entre paréntesis, habrá que anotar que su ingreso será de 91 mil pesos mensuales, debido a que hasta su antecesor, Medardo Serna, el monto rondaba los 130 mil pesos. Sí, la friolera de 130 mil pesos es el sueldo nominal del rector, o era, hasta que Cárdenas decide reducirlo a 91 mil. Nada mal, de todos modos, en una institución al borde de la quiebra financiera.
Decía que, para empezar, no está mal. Empero, habrá que precisar que el principal factor para explicar la quiebra financiera de la Universidad, no es el salario de sus funcionarios. Sí es una desmesura y una inmoralidad que el rector ganara 130 mil pesos al mes, y que los funcionarios de primer nivel ronden los cien mil, pero el monto pasa más por la falta de decoro y de solidaridad de ellos, al auto otorgarse esos monumentales salarios, que porque incidan en las finanzas. Por eso, sí es una sana señal el ajuste salarial anunciado por Cárdenas, aunque acaso hubiese sido mejor recibida una reducción mayor. En todo caso, algo es algo.
Pero lo que sí explica el caos financiero es, fundamentalmente, la impresionante y ofensiva lista de bonos y prestaciones que los dos sindicatos, el de empleados y el de profesores, tienen. Por eso, es de esperarse que las medidas anunciadas por el rector Cárdenas, constituyan sólo el principio de una auténtica reforma de contención del gasto.
En esa lógica, deberá seguir ahora apretar también el cinturón a sus voraces sindicatos, reduciendo al mínimo sus prestaciones y bonos, así como a las casas de estudiantes, cuyo millonario gasto mensual sigue sin justificarse por ninguna parte. Y ya si de verdad Cárdenas quiere ir por el cambio obligado en la Universidad, deberá promover, pero ya, la reforma al régimen de jubilaciones y pensiones, que básicamente deberá incluir que los trabajadores en activo comiencen a aportar una parte de su sueldo para la conformación del fondo respectivo.
Sólo así podrá hablarse de un auténtico cambio estructural el que pretende el nuevo rector. Su anuncio de este lunes, insisto, es positivo, hay que valorarlo, pero tiene más efecto simbólico. Ahora, viene lo bueno: cómo mete en cintura también a sus mafiosos sindicatos, tanto en la contención de prestaciones como en la conformación del fondo de pensiones y jubilaciones.
Cárdenas ha empezado el rectorado con entusiasmo. Esa es la buena. La mala, que casi todos sus antecesores arrancaron igual, y al poco tiempo se les acabó el gas, o la presión de sus sindicatos hizo que se les acabara, y todos terminaron su administración de manera lamentable. Nadie ha podido, hasta ahora, con la mafia sindical que tienen adentro. ¿Podrá Cárdenas?