La corrupción de las mejores cosas da lugar a lo peor.
David Hume (1711-1776) Filósofo escocés
Consumado el peligroso debilitamiento del INE, que a su vez conlleva el inminente riesgo de que las elecciones presidenciales del 24 no sean lo sólidas y certeras como han venido siendo las de los últimos 20 años, ahora todas las baterías se enfocarán al Poder Judicial.
El Senado, ya se sabe, aprobó este miércoles el Plan B lopez obradorista, por lo que éste debe regresar a San Lázaro, en tanto Cámara de origen. Es mero protocolo: el presidente volvió a salirse como la suya. Los partidos opositores y el propio INE preparan las controversias constitucionales para tratar de frenar en la Corte la inconstitucional reforma.
En cualquier otra circunstancia, sería fácil augurar que la Corte echaría abajo dicha reforma, porque cualquier párvulo advierte su inconstitucionalidad. Hoy, hay serias dudas de que los ministros tengan los arrestos para ello. Y es que eso es lo que necesitan: arrestos, pantalones, decisión, o como se le quiera llamar. Argumentos legales para anular la reforma, sobran.
Y los recelos tienen que ver no con que haya dudas de la argumentación, sino por la carcomida independencia del Poder Judicial respecto del Ejecutivo. ¿Hay dudas de la imparcialidad y la autonomía de los ministros? Lamentablemente, sí, y muchas.
No es la duda por la duda misma. Es que López Obrador se ha encargado de ir minando esa autonomía, incrustando a sus caballos de Troya y amenazando para ganar espacios. Comenzando por el ministro presidente Arturo Saldívar, la mayor parte de sus pares comen hoy temerosos de la mano de López Obrador, a grado tal, que no se ve cómo puedan revertir la reforma, por inconstitucional que claramente sea.
De hecho, la Corte ni siquiera tendría que ensuciarse las manos: puede no suspender el acto reclamado, a fin de que la reforma tenga validez para las elecciones del 23 y del 24, y una vez transcurridas entonces sí darse el lujo hasta de anular la reforma. Empero, ante un hecho consumado como sería la elección, declarar que ésta no puede revertirse y en todo caso los ajustes legales tendrían validez para el proceso siguiente, el del 2027. Eso es inusual, pero conociendo el talante autoritario de López Obrador y la sumisión de la Corte, perfectamente es viable.
Como sea, pues, todo pasa a la cancha de la Corte. Solo queda confiar en una sorpresiva postura de dignidad de los ministros, que por ahora se ve lejana, pero no imposible. Veremos de qué lado están: si de la democracia o de la dictadura lopez obradorista. Y a la pesadilla todavía le quedan 655 días.
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