El éxito es la capacidad de ir de un fracaso a otro sin perder entusiasmo
Winston Churchill (1874-1965) Político británico
Por dignidad, Javier Jiménez Espriú decidió renunciar al cargo de secretario de Comunicaciones y Transportes. Su misiva oficial de renuncia, dirigida al presidente López Obrador, es un modelo de decoro, de institucionalidad y de dignidad. Acostumbrados a renuncias “por razones personales”, llama la atención la franqueza y la transparencia de Jiménez.
Respetuoso pero firme, le explica a López Obrador que su renuncia es resultado de su inconformidad por la militarización de la administración de puertos y aduana, anunciada por el presidente apenas la semana pasada, y que Jiménez considera, no sin razón, no solo una falta de respeto al trabajo suyo secretario de Comunicaciones y Transportes, sino incluso un potencial riesgo:
“El motivo, que le he expresado personalmente, es mi diferendo con su decisión de política pública, de trasladar al ámbito militar de la Secretaría de Marina, las funciones eminentemente civiles de los puertos, de la Marina Mercante y de la formación de marinos mercantes, que han estado a cargo de la SCT desde 1970. Lamento profundamente no haber tenido éxito en transmitirle mi convicción y mi preocupación, sobre la grave trascendencia que considero tiene esta medida para el presente y el futuro de México, tanto en lo económico como en lo político”.
Por supuesto que le asiste toda la razón a Jiménez Espriú: la militarización del manejo de puertos y aduanas no es ninguna solución a la evidente corrupción que en ellos campea y al fenómeno de que el crimen organizado esté en realidad apoderado de ambos, puertos y aduanas. Y tan no es la solución, que habrá que recordar que la decisión de militarizarlos no es nueva, viene desde el gobierno de Enrique Peña Nieto y en algunos casos incluso del de Felipe Calderón, y nunca dio resultados. Más aun, el grado de corrupción y de violencia en los puertos se ha acrecentado, y la mejor prueba son los de Manzanillo y de Lázaro Cárdenas, en poder absoluto de los cárteles delincuenciales, con todo y que son militares quienes están al frente de la administración de ambos.
Pero al margen de ello, la decisión de López Obrador es una afrenta a su ahora ex colaborador, porque es restregarle en la cara que no le tiene confianza. Otro secretario como menos dignidad, simplemente hubiera hecho mutis con tal de preservar la chamba y no molestar al presidente, tan desacostumbrado a que nadie dé muestras de vergüenza y decoro personal. No fue el caso de Jiménez, que de plano no aceptó la falta de respeto del presidente, como tampoco la aceptó hace un año Carlos Urzúa, pero como sí la han aceptado casi todos los demás miembros del gabinete, ninguneados y vituperados por su jefe, pero tan campantes que ahí siguen.
Bien por la muestra de dignidad de Jiménez Espriú. Mis respetos.
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