Nada va bien en un sistema político, en el que las palabras contradicen a los hechos:
Napoleón Bonaparte (1769-1821) Político y militar español
Tiene razón de estar no molesta, sino airada Claudia Sheinbaum con Jeffrey Lichtman, el abogado de Ovidio Guzmán, pero la presidenta debe ser cuidadosa en los pasos que va a dar en los próximos días.
Lichtman fue inusitadamente rudo con Sheinbaum y con el gobierno: con ella, al advertir que parece publirrelacionista del crimen organizado y con el gobierno de la 4T, al justificar que si Estados Unidos no le comparte información sobre los juicios a capos mexicanos, se debe a la desconfianza que generó a partir de negociar la extradición del general Salvador Cienfuegos y luego dejarlo en libertad en cuanto llegó de regreso al país.
A raíz de esa declaración, Sheinbaum determinó demandar judicialmente por difamación al abogado estadounidense, pero éste se cuidó de no calificarla tajantemente como publirrelacionista, sino que “parece…”, lo cual hace una diferencia absoluta. Tonto no es el abogado; cuidó sus palabras. Y la referencia a que Cienfuegos fue exonerado en México, pese al compromiso de llevarlo a juicio y de tener cargos en Estados Unidos, no hay nada que objetar, porque así exactamente sucedió. Es decir, la presidenta lleva las de perder en esa eventual demanda. Pero además, debe tener en cuenta que Lichtman fue con toda la intención de provocarle, fijándole un mensaje cifrado: Ovidio, y los Guzmán, dan por concluidas las vinculaciones con la 4T porque así lo han acordado con la justicia de Estados Unidos. Al clan Guzmán le tiene sin cuidado el gobierno mexicano, su acuerdo con el norteamericano es de mayor peso, y no tienen problema en confrontarse con la 4T. La rudeza del abogado de Ovidio es proporcional al mazazo que se viene desde los tribunales de Norteamérica. Eso lo saben la presidenta y sus cúpulas partidistas, de ahí lo aterrorizadas que están.
Claramente lo dicho por Lichtman es reflejo del nivel que tomará el juicio de su cliente en las cortes de Chicago. Sheinbaum debiera saberlo y no caer en el juego del tú por tú. Pero ya lo hizo, ya cayó. Ahora deberá ser cuidadosa en grado extremo para tratar de no hacer más el ridículo perdiendo otra batalla legal y, también, de no estirar más la liga con los Guzmán y sus abogados, so pena de que estos hablen y entonces sí se desate el avispero con grandes pérdidas políticas para la 4T, como quedar desnuda en sus vinculaciones con la criminalidad, de lo cual hoy nadie parece tener dudas, dentro y fuera del “movimiento”.
Le urge a la presidenta con “a” un momento de reposo, de mesura y calma, porque los “chapitos” y sus juicios bien pueden volverse el Waterloo de la 4T. Cosa de semanas. X@jaimelopezmtz