Vota por aquel que prometa menos; será el que menos te decepcione
Bernard M. Baruch (1870-1965) Financiero norteamericano
Morenistas u opositores, pro amlo o anti amlo, a todos nos queda hoy claro que tenemos un presidente sin escrúpulos, sin recato ni pudor para violar la ley, sin respeto por nada; un presidente a solo un paso de dictador, un presidente sin amigos pero sí con muchos leales por conveniencia. Un presidente que se supone con un halo de divinidad y, por tanto, infalible.
A muchos parece anecdótica, o a lo sumo trivial, pero la embestida presidencial en contra del periodista Carlos Loret de Mola es una de las mayores infamias que se recuerden y una de las mayores violaciones a todo marco legal y a los derechos humanos. El presidente ya perdió todo decoro y toda dimensión en su desesperación por cobrar venganza en contra del comunicador.
Loret se ha convertido en el enfermizo objetivo central de su gobierno. No es la criminalidad, los cárteles, la pandemia, la inflación, la falta de vacunas y medicinas, la corrupción. Todo eso está en un sitio secundario para el presidente. Violando cuanta ley existe, López Obrador ya no tiene escrúpulos en evidenciar las propiedades del periodista. En cualquier país que tenga un mínimo de respeto por sí mismo y un elemental marco legal vigente, el presidente ya se habría visto a renunciar por violentar la ley al exhibir públicamente, sin ninguna razón, bienes de un particular.
En venganza por difundir constantemente información sobre excesos y actos de corrupción de la parentela presidencial, Loret es hoy objeto de una persecución mediática por López Obrador. Y si no lo es legal, es porque seguramente no hay materia. Es decir, al presidente no le queda sino evidenciar las propiedades del periodista, porque no ha podido fincarle ninguna responsabilidad legal.
E increíble y peligrosamente, hay quienes festinan y justifican esas inmoralidades presidenciales. “Que Loret diga quien pompó”, dice la señorita Vilchis, la de las mañaneras con serios problemas para leer. Pero resulta que ni a ella ni al presidente ni a nadie, le importa de dónde ha obtenido recursos Loret para adquirir sus propiedades. Si ha pagado sus impuestos y cumplido sus responsabilidades fiscales, a nadie nos importa cuánto dinero tiene. Y es obvio que los ha pagado, sino ya López Obrador hubiera cumplido su sueño de verlo en la cárcel.
El mensaje es claro: todo el que ose ir contra el presidente, recibirá la embestida de éste sin recato ni límite alguno. Y hay quien duda que se trate de una dictadura fáctica. twitter@jaimelopezmtz>