No es cierto que todos los políticos son corruptos; solo lo son el 90 por ciento de ellos
Henry Kissinger (1923-?) Político norteamericano
El nombramiento de Leticia Ramírez como secretaria de Educación Pública es absolutamente 4T. Se ajusta a la perfección al prototipo de funcionarios que busca el presidente López Obrador: perfil bajo, de hecho, entre más bajo, mejor; escasa preparación profesional; nula experiencia en el área, casi al grado de la improvisación; eso sí, a cambio, leales hasta la sumisión, y honestos, aunque el término con obligadas comillas.
El presidente mata dos pájaros de un tiro: se asegura una lacayuna secretaria de Educación y envía un guiño al cártel de la Cnte, del cual Ramírez fue lideresa en la Ciudad de México, todo lo cual le abona en su objetivo medular: amarrar el voto corporativo del magisterio, el disidente, primero, pero también el institucional, en las elecciones del 23 pero, sobre todo, del 24.
A López Obrador lo último que le preocupe es la calidad educativa, en la cola de sus prioridades están los niños y los jóvenes estudiantes. Su mente ya solo procesa votos y elecciones. Ello explica la designación de alguien con tan paupérrimo currículum al frente de la SEP. Ramírez será su escudera para tratar de encauzar el voto magisterial a favor de la 4T.
Y para ello, a no dudarlo vendrán las carretonadas de dinero. Todo lo que estos primeros cuatro años el presidente le ha regateado a la educación, lo resarcirá con creces a partir de ahora, con énfasis el próximo año. El dinero, habrá que aclararlo, no irá a la mejora en sí de la educación, sino a la compra del voto magisterial: bonos, prebendas, aumentos salariales. Ahí sí habrá dinero a manos llenas.
Y no es que los antecesores de López Obrador hayan designado titulares de la SEP con prendas profesionales de primer orden, pero jamás se decantaron por un perfil tan ridículamente enano. Medio le tapaban el ojo al macho. López Obrador ya ni eso.
Vienen vientos, pues, aún más huracanados para la educación mexicana, aunque no para el magisterio. Aquella, la educación, seguirá en el lodazal, pero éste, el magisterio, en los cuernos de la luna. Todo, con tal de asegurar su fidelidad a la 4T. Si no, al tiempo. Y a la pesadilla todavía le quedan 776 días.
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