Las formas sociales y políticas en las que los pueblos pueden entrar y permanecer, no están sujetas a su arbitrio, sino determinadas por su carácter y su pasado
Manuel Azaña (1880-1940) Político español
¿Es menos grave que el sacerdote Mateo Calvillo Paz haya sido agredido por golpear con su vehículo a un perro en la carretera, que en represalia por su labor como líder religioso o bien como comentarista en medios de comunicación? Siendo rigoristas en extremo, es probable que sí, aunque igual de lamentable en todo caso.
Las primeras versiones, basadas en lo señalado por el propio clérigo en su denuncia en Face, es que había sido agredido por un “profesional”, un “sicario”, lo que conllevaría a la asociación de ideas de que el ataque tendría como origen su función religiosa o bien la de analista en medios de comunicación. Este lunes, en charla con este reportero en RESPUESTA RADIO, explicó que al conducir su vehículo por la carretera Huajúmbaro-Morelia, poco antes de llegar a la población de Queréndaro, golpeó, obviamente sin intención, a un perro al borde de la vía, pero metros más adelante fue alcanzado por otro vehículo que le cerró el paso y lo obligó a detenerse a media carretera. De esa unidad descendió un sujeto “fuerte y alto” que le reclamó el golpe al perro y sin dar tiempo a ninguna explicación comenzó a tundir a golpes al sacerdote, quien requirió atención médica por la severa agresión. Afortunadamente, comienza a recuperarse de las lesiones.
La posible confusión es perfectamente entendible: al ser agredido brutalmente, la primera reacción del sacerdote, como es normal, fue suponer que se trataba de un ataque directo, acaso un secuestro o incluso una ejecución.
Ciertamente, si la agresión hubiera tenido como origen su labor pastoral o en medios, conllevaría un factor adicional de gravedad, porque necesariamente tendríamos que englobarla en el sistemático ataque que contra ambos gremios, el de los religiosos y el de los comunicadores, se ha enderezado desde el púlpito presidencial mañana tras mañana, con especial énfasis en las últimas semanas.
Que la agresión haya sido por golpear sin intención a un animal en la carretera, se inscribe en la violencia desatada que por cualquier motivo inunda hoy las calles de México. Un energúmeno que atenta contra la integridad de un adulto mayor, al margen de su condición laboral, solo evidencia el grado de descomposición social al que hemos llegado. Ejemplifica que en las calles, conductores o peatones corremos riesgos extremos de encontrarnos con sujetos desquiciados que por cualquier motivo o pretexto reaccionan irracionalmente. Todo, ante la pasividad guberamental.
Como sea, lamentabilísimo el episodio. Mi condena más enérgica y mi absoluta solidaridad con don Mateo, amigo, analista de RESPUESTA muchos años, hombre de bien, clérigo respetable, que tuvo la desgracia de cruzarse con un delincuente, uno de esos a los que hay que abrazar porque representan al pueblo bueno y sabio. La violencia, sin duda, el signo de nuestros tiempos.
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