Si la experiencia nos enseña algo, nos enseña esto: un buen político en una democracia, es tan impensable como un ladrón honesto
Henry Louis Mencken (1880-1956) Periodista norteamericano
Evidentemente, el presidente López Obrador no tiene remedio. Su irresponsabilidad raya en lo criminal. Sin lugar a dudas, tenemos un gobernante al que le corre atole por las venas, insensible ante el dolor de los demás.
Si alguna leve sombra de esperanza tenían (teníamos) algunos, en el sentido de que su nuevo contagio de Covid le sirviera para, ahora sí, recobrar la cordura y la sensatez, el presidente se encargó raudo de disiparla: increíblemente, este jueves subió a redes un video en el que se le ve en Palacio Nacional, pero no en su dormitorio guardando reposo y aislado incluso de su esposa e hijo, dado que éstos, se supone, no están contagiados. No, se grabó en su despacho pero tampoco solo, ¡sino con los secretarios de Gobernación y de Hacienda ahí mismo!
En efecto, los citó, según dijo, para analizar el tema de la anunciada venta de Banamex. Si el presidente podía llevar a cabo esa misma reunión de manera virtual, ¿por qué diablos cita a sus secretarios a reunión presencial, con el altísimo riesgo de que los contagie?
Solo hay una respuesta: a López Obrador le tiene sin cuidado la salud y la vida misma de los demás. Su desprecio por la ciencia también lo es hacia la vida de los demás, y supongo que de la suya propia. Eso explicaría su comportamiento durante toda la pandemia, llamando desde un inicio a no dejar de reunirnos y de abrazarnos, su reticencia a usar cubre bocas, a no permitir que Salud aplique pruebas masivas y a no autorizar la vacunación masiva y universal, sino a cuenta gotas y con claros fines electorales.
Duele, pero tenemos un presidente que, por lo visto, ni su propia vida respeta, menos la de los demás. Que cite en su oficina a Rogelio Ramírez de la O y a Adán Augusto López Hernández, es prueba de ello. Si los contagia, ni modo, como le fue indiferente poner en riesgo el lunes en su mañanera a reporteros y personal de su ayudantía, cuando ya tenía claros síntomas de estar contagiado. Menos interesado estará en la salud de los mexicanos, y así lo ha evidenciado.
No cabe duda, la tragedia de los mexicanos ha sido por partida doble: juntos, una pandemia y un presidente irresponsable a más no poder.
¡La tormenta perfecta! twitter@jaimelopezmtz>
