El que no se atreve a ser inteligente, se hace político
Enrique Jardiel Poncela (1901-1952). Escritor español
La Universidad Michoacana, o su Rectoría más en particular, parece haber inaugurado un escenario tan inédito como injusto e inmoral: el de pagar a sus empleados y profesores, aunque no hayan trabajado.
En una medida que no permite ninguna otra explicación que no sea la de la pérdida ya total del decoro, el rector Medardo Serna da a conocer este lunes, día de quincena, que ésta, la quincena primera del mes, se pagará oportuna y cabalmente a todos los empleados y profesores. Pero resulta que la mayor parte de ellos no ha laborado con normalidad desde hace casi dos meses. Sí, casi dos meses la Universidad ha estado paralizada, sin clases ni actividades normales, porque empleados y profesores se encuentran en paro.
Luego entonces, ¿cómo a honras de qué se les pagará si no han trabajado? Y peor, que no hace mucho el propio rector había alertado que “día no trabajado, día no pagado”. Eso, aquí y en China, es lo justo.
Pero es México, es Michoacán, es la Universidad Michoacana, donde el apego a la norma es letra muerta y donde lo que prevalece es el chantaje de los sindicalizados y el temor a ellos por la autoridad.
Y es que sólo por temor, y por el afán de que la chamba no esté en riesgo, puede entenderse el cambio de actitud de Serna.
El rector hubiera enviado una señal de absoluta dignidad si se mantiene en su compromiso original de no ceder al chantaje sindical y por tanto de no pagar a todos aquellos empleados y profesores que no hayan desquitado el salario. Más aún, si en ello le hubiera costado la Rectoría, habría salido por la puerta grande, la de la dignidad.
En la lógica que se consolida entonces en la Universidad, ya no será necesario, para recibir un salario, trabajarlo, devengarlo. Es el absurdo en su magno esplendor. Es el mundo al revés. Por eso, la Casa de Hidalgo está de cabeza.
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