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lunes, julio 7, 2025

LÁZARO, PREMIO AL DESASTRE

La política es el arte de lo posible

Otto von Bismarck (1815-1898). Político alemán

 

jaimelopezLázaro Cárdenas Batel, un desastre como gobernador y como político, vuelve a los primeros sitios del poder público, de la mano, como siempre ha sido, de su padre, Cuauhtémoc.

Será nada más y nada menos que el coordinador de asesores de Andrés Manuel López Obrador. Cárdenas Batel está acostumbrado a la cercanía con el poder y a vivir el poder. Nació en pañales de seda; todos sus nombramientos, diputado, senador, gobernador y ahora el de jefe de asesores de un presidente de la república, han sido resultado de la gestión todo poderosa del ingeniero Cárdenas, a quien de cualquier cosa podría cuestionársele, menos de ser un padre que no vela por los intereses de sus hijos.

No se entiende de otra manera cómo es que Lázaro llega a otro cargo de primer nivel, de hecho el más importante hasta ahora, si sus resultados en el poder público, particularmente en la gubernatura de Michoacán, han sido un concierto de fracasos.

Son varios los hechos irrefutables de su triste paso como gobernador, que le debieran volver inviable para ejercer cualquier otra responsabilidad pública, no se diga en una de tal magnitud como la de jefe de asesores del presidente:

Uno, el endeudamiento de Michoacán; los números no fallan: recibió el gobierno en 2002, con una deuda de 154 millones de pesos y la dejó, seis años después, en 7 mil, sí, la escalofriante suma de ¡siete mil millones de pesos! Ni una obra importante puede él lucir como para justificar ese brutal endeudamiento que hipotecó al estado por treinta años.

Dos, su gobierno inventó el oprobioso sistema de “la licuadora”, que consistía en que la Tesorería Estatal mezclaba ilegalmente en una sola cuenta bancaria todos los recursos federales que recibía, vinieran o no etiquetados, de seguridad, de salud, de educación, de lo que fuera, los “batía” en esa licuadora y luego los desviaba como el gobernador o el Tesorero lo decidieran con absoluta discrecionalidad. La justificación: sólo así se le daba “gobernabilidad” –lo que sea que eso signifique- al estado. Al amparo de esa “estrategia de ingeniería financiera”, algunos pocos se volvieron millonarios porque el desvío de recursos presupuestales incluía como destino también una que otra cuenta personal.

Tres: el gobierno batelista inició también con la inmoral práctica de robarle el dinero a sus propios trabajadores, a los que descontaba el 5.5% de su salario, pero en lugar de invertirlo en la cuenta relativa al Fondo de Jubilaciones y Pensiones, como dice la ley, simplemente lo tomaba prestado para cubrir otros faltantes, y jamás lo resarció. Ni hablar del robo que se dio también a los burócratas al quedarse igualmente la Tesorería con el dinero descontado por el pago que debía hacerse a terceros institucionales –compañías de seguro, tiendas departamentales, etcétera. Auténticos fraudes a sus empleados.

Cuatro, con cargo al erario, Cárdenas contrató a decenas y decenas de supuestos maestros cubanos para que alfabetizaran a adultos. Les pagó el triple de lo que ganaban los mentores michoacanos, pero el dinero fue literalmente tirado a la basura: los isleños hacían como que cumplían su trabajo, eso sí, cobraban a tiempo y bien, pero al final la realidad les restregó la cara, Cárdenas recorrió el estado levantando banderas blancas en señal de que se había terminado el analfabetismo, cuando el INEA contabilizaba cada vez más adultos sin saber leer y escribir.

Cinco, en ese patético sexenio sentó sus reales el crimen organizado en el estado. Cierto, la delincuencia es histórica, pero claramente en su administración, por omisión o por colusión, se asentó para no irse nunca. A la sombra gubernamental, la mutación de Milenio, Familia Michoacana y Templarios, cobró forma.

En cualquiera sociedad y con cualquier gobierno que se respete, esos hechos bastarían para cerrarle las puertas del servicio público a los autores. Pero es México y es el gobierno de López Obrador, lo que explica cómo es que Cárdenas Batel no sólo no paga ninguna consecuencia por su actuación, sino que incluso es premiado. ¿Así o más patético?

jaimelopezmartinez@hotmail.com twitter@jaimelopezmtz>

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